Mi experimento “reductor”… ¿resultados?

¿Recordáis que estaba haciendo un experimento con un producto reductor? Lo conté aquí: Experimento conmigo, versión 2022

Pues ya ha pasado un mes, y prometo que he intentado no cambiar absolutamente nada en mis costumbres, aunque luego os matizaré algunos datos, para que podamos entender ciertas oscilaciones. Primero, desvelar el analizado.

El producto

El producto a probar eran los chicles reductores de Mercadona. Lo que tenían dentro era probiótico BPL1 y zinc. Lo primero es una bifidobacteria a la que se le atribuyen una serie de beneficios en el papel que se traducen muy malamente a la práctica clínica real, y mucho menos a la vida real. Aunque la presencia de las bacterias de este tipo ayuda a controlar la grasa abdominal, la realidad es que si lo que buscamos es alterar la proporción de bacterias en nuestro intestino, ese proceso es más lento y requiere algo más que unas poquitas bacterias liofilizadas en un chicle.

De la misma forma, aunque el zinc está implicado en el metabolismo de los nutrientes, un aporte extra de zinc no va a suponer una diferencia, siempre que ya estuviésemos consumiendo las cantidades adecuadas en nuestra dieta. Y los chicles dicen que es necesario consumirlos acompañados de una dieta saludable y de ejercicio físico.

Los resultados del experimento

Os dije que hablaría de porcentajes al dar los resultados, pero el cambio en peso total ha sido tan espectacular que me veo en la obligación de dar los números. En las dos semanas que me duró la caja de chicles conseguí… ¡subir 300 gramos! Y en las dos semanas siguientes, sin hacer nada especial, bajé 500 gramos. En conjunto, en las 4 semanas bajé 200 gramos. Una medida totalmente absurda, ya que no deja de depender de si me he bebido un vaso de agua más o menos antes de pesarme.

¿Y el resto de valores? Mi IMC era exactamente el mismo el primer día del experimento y el último, siendo un pelín más alto al acabar las dos semanas con los chicles, pero con una diferencia absurda. Curiosamente, esa diferencia era mayor en mi porcentaje de grasa corporal (aunque seguía siendo una diferencia mínima), habiendo alcanzado también su pico tras las dos semanas iniciales.

Resumiendo, dado que la variación en valores se consigue simplemente bebiendo más o menos antes de tomar las medidas, el resultado es que no hacen absolutamente nada y, en caso de que hiciesen algo, si queremos aferrarnos a las diferencias mínimas, lo que hacen es empeorar y no mejorar.

¿Hay otros factores implicados?

El caso es que os digo que la diferencia es un vaso de agua, pero soy perfectamente consciente de algunos factores que pueden haber ayudado a la oscilación entre días. Por ejemplo, durante la ola de calor es posible que comiese menos, porque todo lo que quería era beber, aunque es posible que comiese más helados, que no es que sean sin calorías y sin grasa. El mayor consumo de agua durante esos días también alteró mi cantidad de agua corporal, por cierto, aunque con diferencias de nuevo mínimas.

Un factor a tener en cuenta es el momento del día, dado que yo registraba los datos por la noche, y por lo tanto dependía de lo que hubiese hecho las horas anteriores. Los días que había hecho ejercicio por la tarde recogía valores más bajos que si lo que había hecho era cebarme a merendar, para sorpresa de nadie. También he observado una curiosa tendencia cíclica durante la semana, lo que apoya eso de que si te vas a pesar, o medir grasa o lo que sea, es bueno hacerlo siempre el mismo día a la misma hora.

Por último, las mujeres tenemos que tener en cuenta otro factor nada despreciable, nuestro ciclo hormonal. Todas sabemos que hay días en los que estamos más “hinchadas” y eso también afecta a los números levemente, que no es solo impresión. Las diferencias de peso entre antes de la regla, durante y en medio del ciclo pueden ser bastante grandes y eso es algo a valorar antes de ilusionarnos o deprimirnos cuando estamos intentando hacer un cambio.

¿Conclusión? ¿Experimento fallido?

Aunque registrar datos puede tener su gracia, es totalmente innecesario. Si me hubiesen preguntado yo ya habría dicho que estaba igual, porque los vaqueros me quedan igual. De la misma forma que podría haber dicho antes del experimento que ningún chicle te va a cambiar la vida y que es mucho más importante ir cambiando hábitos poco a poco que repercutan a largo plazo y que sean saludables en caso de querer reducir. Me quedo sin saber qué es reducir. ¿Peso? ¿Grasa? ¿El bolsillo? Al menos no fueron caros y el sabor era decente, aunque para chicles normales me quedo con los de toda la vida. Pero creía que valía la pena mostrar en un caso más que no funciona, a ver si juntamos suficientes “no funciona” como para que se considere evidencia de que es así, y conseguimos que dejen de crear falsas esperanzas.

Si queréis ayudarme a financiar el experimento, que caro no ha salido, pero gratis tampoco, podéis invitarme a un café:


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