Hace un año. Nos disponíamos a ver vía streaming la retransmisión de los fuegos del apóstol. Para un gallego, sobretodo para aquellos que de una forma u otra nos sentimos compostelanos, es un gran momento de emoción. Mientras estaba en Galicia quizá no lo sentía tanto, pero cuando te vas, te das cuenta de lo que pierdes.
Eran las 8 y media y estábamos preparando la cena. Yo ya había puesto la tele, para ver las noticias y el previo. Me senté delante del ordenador para echar un ojo a Twitter. De repente, alguien, alguno de mis amigos gallegos, retuiteó que había mucho humo en la autopista, en la entrada de Santiago. En un par de minutos tenía más de 20 tweets sobre el tema. Cortaron las noticias para conectar, inicialmente en directo. Nuestra cena se retrasó y yo empecé compulsivamente a mirar las noticias, que no decían nada, y sobretodo Twitter.
Una hora más tarde se decía que había 3 muertos, pero viendo las imágenes quedaba claro que no, que no iba a ser eso. Las teles empezaron a hablar de la posibilidad de un atentado, y yo lo único que leía entre mis conocidos eran cruces de mensajes para comprobar que ningún conocido estuviese en ese tren, teniendo en cuenta que la mayoría estábamos fuera, y la gran movilización de ayuda. Al cabo de un par de horas, una vez localizados todos, los mensajes se centraban en que los locales fuesen a donar sangre. Andando, había que dejar paso a las ambulancias.
Como acabó todo ya lo sabéis. Para mi continuó al día siguiente, cuando el resto del mundo se enteró de lo sucedido y empecé a recibir mails preguntando si mis familiares y yo estábamos bien.
Me gustaría que de una vez se aclarase el tema, que los responsables se hiciesen cargo de las consecuencias, y espero que las familias estén pasando por la situación lo mejor posible. Pero sobretodo, no puedo dejar de pensar en la gente que ayudó aquella noche. Esos vecinos, todos los jóvenes que se habían preparado para una noche de fiesta y se habían trasladado a una cola en el centro de transfusión. Nunca como aquella noche estuve orgullosa de ser gallega, de llevar en la sangre ese sentimiento por el cual siempre ayudaré al que lo necesite. No olvidaré la impotencia que sentía al estar en Madrid y no donde me correspondería, donde quizá habría estado esa noche si no tuviera un viaje al sincrotrón al día siguiente. Probablemente yo habría sido la que habría escrito que había una columna de humo, ya que habría sido probable que yo estuviese en ese atasco en la AP-9.
Ahora, estoy viendo el previo a los fuegos. Y mañana tengo un viaje al sincrotrón. Esta vez sí. Esta vez todo va a salir bien.
Hace un año… Pero no podemos olvidarlo.
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