Tratado sobre la amistad

Acabo de salir de un examen y no me apetece hablar del examen (realmente es que ya he hablado mucho del dichoso examen), entonces voy a hablar de algo que ocurrió hoy en la facultad.

Cuando llegas a un sitio nuevo, si eres una persona más o menos normal (y yo lo soy), haces nuevas amistades. Entonces tienes un problema. ¿Qué haces con las viejas? La gente normal las conserva. Yo no puedo, no creo posible tener cientos de amigos maravillosos.  Cuando hago nuevos amigos, me suelo deshacer de viejos amigos… o al menos dejarlos en un segundo plano. Esto se suele deber a que descubro las características que hacen mejores a mis nuevos amigos. Si no me gustase algo de ellos… no pasarían de ser “compañeros” o “conocidos”.

Otras veces, no llegas a cambiarte de sitio, pero por diversas razones (que no vienen al caso) haces nuevas amistades. Pero claro, no llegas a deshacerte del todo de las viejas. Siguen ahí, aunque en parte ya no encuentres sentido a esa amistad… pero ¿qué vas a hacer? No te puedes distanciar y punto, porque les ves la cara todo el día… y no funciona eso de “es que como estamos tan lejos…”. Entonces, coges a todos tus amigos y los clasificas en grupos de amigos. Algunos grupos se llevan bien entre ellos, eso es lo ideal. Lo malo son los que se llevan mal. Cuando estás con unos, te ponen a parir a los otros… aunque sean conscientes de que te llevas con ellos. Eso es horrible, no puedes hacer nada más que poner cara de consecuencia…

Por cosas de la vida, en mi facultad me rodean tres grupos. Normalmente tengo la capacidad de no mezclarlos como no debo. Está el grupo al que vamos a llamar 1, que siempre ha estado ahí (podemos decir que es la amistad primitiva de la facultad). Después, está el grupo 2, que por razones desconocidas estuvo muy cerca de sustituir al grupo 1… pero que en un momento de lucidez pasó a un segundo plano, después a un tercero… y ahora nadie se explica porqué sigue estando ahí. Es el grupo que más problemas da, porque se lleva a matar con todo el mundo, y además son personas a las que no eliges tú, te eligen ellos. Hay componentes del grupo mejores que otros… pero tú estás en un sitio, se te acopla cualquiera de ellos, y ya no puedes hacer nada. Aunque mentes a todo su árbol genealógico seguirán ahí.

Por último, está del grupo 3, de reciente adquisición. Se lleva bien con el grupo 1, y no soporta al grupo 2. Y los sentimientos son recíprocos, o eso me parece. Por la situación en la que surgió el grupo 3, es el grupo con el que paso más tiempo.

Llegados a esta situación… los que hayan llegado, pongámonos en la facultad. Yo voy por el pasillo… caminando… y ¡mierda! en un cúmulo se encuentran mezclados componentes de los tres grupos.  Fue un momento de tensión. ¿A quién voy a hablar primero? ¿Cuál debe ser el criterio de elección? Si hablo con fulanito… menganita se enfadará hasta el infinito??? Si se enfada… ¿eso es bueno o malo?

Si es que los amigos tenían que venir con manual de instrucciones. Ahora estoy recibiendo quejas… se ve que la elección que hice no fue la adecuada. ¿A que no sabéis cual fue la elección? A ver si alguien que lleve esto de las amistades mejor que yo se digna a escribir un tratado decente que me solucione estos problemas.

Y es que mirad en que cosas me pongo a pensar… en lugar de centrarme en el examen!!!


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Comentarios

2 respuestas a «Tratado sobre la amistad»

  1. Avatar de Laura
    Laura

    He entendido la cosa sólo a medias xD Pero bueno, según mi criterio, debes saludar primero al que menos se vaya a enfadar. Un amigo que no entiende que tú puedes tener ciertas amistades, aunque a él no le caigan bien, no merece que te andes con contemplaciones. Si tienen problemas entre ellos que los areglen o se ignoren hasta el día del juicio final, pero que no lo paguen contigo.

    Creo que no soy ningún grupo ¿no? xD Ahis, me tienes abandonada.

  2. Avatar de KaRMe

    Mujer, tú eres omnipresente 🙂

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