Traslado al CNB: la vuelta

¿Sabéis lo complicado que es contar un traslado sin profundizar en detalles de esos que no me dejan contar? Vamos a intentarlo…

Como más o menos teníamos planeado, el jueves a las 6 de la mañana mi jefe se plantó en casa a recogerme. Yo ya llevaba una hora levantada, con una ducha fría e inyectándome cafeína en vena (es una forma de hablar). Y para allá salimos…

Paramos en Puebla de Sanabria a desayunar. Sólo se me ocurre una forma de definir el garito… “pintoresco”. Pero imaginaos que lo dice DosFlores 🙂

Otra parada para repostar, y a las 12 y media más o menos estábamos aparcando en el entorno del CNB. Primero lo primero: un café. Después nos vamos a buscar a nuestra nueva compañera de labo, una científica junior que acaba de llegar de Yale y es vasca (digo esto, porque allí a todo el mundo le parecía algo a destacar, igual que destacan que yo soy gallega). Una vez con ella vamos a ver nuestro laboratorio.

El labo. Es grande, sin duda. A la chica ya le habían dicho qué poyata se tenía que quedar. Yo decido cuales quiero (ya que nadie nos ha dicho nada…) y con la misma me apropio también de un escritorio para montar mi pseudodespacho. En el labo hay tres despachos: el de mi jefe, el de esta chica, y uno para un senior que se incorporará “eventualmente”. Pues “eventualmente” yo me voy a expandir por el labo, y después ya nos comprimiremos… Eso sí, comparado con el zulolab esto es infinito y, por mucho que me expanda, va a seguir quedando medio labo vacío…

Después nos fuimos a comer. La cafetería bien. La comida hasta estaba buena. Y el café… sorprendentemente el café es bebible. A la vuelta empezamos a subir las cuatro cajas que habíamos llevado, conocimos al tipo del almacén y… dejamos el incubador en el pasillo porque no había forma de subirlo/bajarlo al labo. Y es que el labo tiene una pega: sólo se puede acceder por escaleras…

Con el resto de cosas del labo, vacío las cajas y, ante la insistencia de mi jefe, montamos la centrífuga, que así ya parece un labo. Después nos vamos a algo crucial: conocer al jefe de cristalografía. Todo el mundo habla muy mal de él. Dicen que es un bicho raro donde los haya. Y será por eso, por ser un bicho raro, que a mi no me pareció tan horrible. Nos enseñó su labo, nos enseñó la sala de máquinas comunes, y me ofreció usar su fplc siempre que me haga falta. A ver a la larga si es igual de amable…

Con esto, hicimos el idiota un poco y nos fuimos. Primero a la resi de mi jefe, después a mi zulocasa. Mi jefe al entrar, en lugar de hacerme caso mientras yo le contaba las peripecias de la zulocasa, va y se pone a jugar con TiFo… ¬¬

Dejamos el coche por allí y ale, al metro. Nuevos Ministerios. Allí nos esperaba el ex-postdoc de nuestro grupo… Una cenita en el VIPS para la precelebración del paper que en algún momento nos publicarán y a arrastrar al jefe para casa, que ya quería irse por ahí de juerga.

Una vez en casa bueno… menos mal que dejé todo más o menos listo la otra semana, porque no tenía ya fuerzas para nada. Entre que llamé a @ptrigomou (bendito Google) y tal, ya era la una y media… y yo me había levantado a las cinco!!! Cuando empezó la supertormenta me metí en cama… y no fui consciente de nada hasta las 8 y cuarto que sonó el despertador.

Me levanto, ducha en la ducha esa anticlaustrofóficos (en algún momento os lo explicaré) y salgo de casa: maleta en una mano, portátil en la otra, y mapa de ruta hasta el cercanías flotando en mi cabeza. Compro bono y me subo al tren. Llego al campus y meto el portátil en la maleta para poder mirar el mapa y llegar al CNB. Llego, rescato a mi jefe para desayunar y ale, pal labo. ¿Y qué hicimos durante la mañana? Pues… una competición spotify, leer correo y noticias, criticar la universidad… y también cosas productivas, que algún paper interesante leímos (tampoco os creáis).

Después fuimos a por el postdoc de cristalografía que nos enseñó las salas de cristalización y el robot. A ver si me enseña a usar el juguete pronto 🙂

De vuelta al labo nos ayudan a subir el incubador y se instala, y después a comer. Era ya tarde y había mucha gente… La comida era comestible, pero claro… en algún punto del menú había demasiada cebolla, menos mal que tenía drogas suficientes como para sobrevivir… Está claro que me tengo que preparar yo la comida. Pero lo tienen bien montado. Ya preguntaré por allí como va la historia, pero todo parece indicar que no tendré problema en irme a comer con mi jefe llevándome yo mi tupper.

Después café, hacer un poco más el idiota, hacer la lista de cosas que quedan pendientes en el labo y recoger. De vuelta a Galicia. Menudo atasco!!! Por un momento creí que no saldríamos jamás de Madrid. Una vez pasado el túnel de Guadarrama la cosa se normalizó, pero entonces vino la gran tormenta y con las obras… casi dos horas a 60. Casi sin parar y tardamos la vida en llegar a Santiago. Y como somos así nosotros, raritos, pasamos por el labo… Al final, en casa a las 10 y media, buscando algo que cenar y pensando en dormir… pero claro, teniendo en cuenta la diferencia horaria Pittsburgh-Santiago… pues para cama a las dos y media.

Por eso no es de extrañar que al despertarme esta mañana el jefe de @ptrigomou a las 12 y media, por un momento sintiese unas ganas tremendas de matarlo… Pero creo que ya he recuperado las horas de sueño perdidas. Ahora, de vuelta al labo, a “hacer cosas que prefiero hacer el finde” y después a explicarle un par de cosillas a este hombre…

A ver si al menos después tengo un rato para irme de compras… 🙂


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