Este es un resumen de algo ocurrido hace un par de semanas… pero que sigue de rabiosa actualidad
¿Qué ha pasado exactamente?
La explicación no pedida que voy a dar hoy viene a raíz de tres hechos que, aunque con temática común, ocurren de forma independiente. Lo primero es el auge de los preprints en los últimos tres meses y la dificultad para entender qué son. El segundo hecho son los artículos retractados de The Lancet y NEJM sobre el estudio de la hidroxicloroquina. El tercer hecho han sido las noticias sobre el “fracaso” del estudio llevado a cabo por Oriol Mitjà usando este mismo compuesto. En los tres aspectos, cuando leía las noticias, notaba que en algunos casos no se sabía bien cómo funciona la publicación científica. Por eso vamos a aclarar hoy esos puntos.
La vía tradicional
Las publicaciones por la vía tradicional siguen siendo la mayoría, o lo eran hasta que llegaron las prisas hace un par de meses. En la vía tradicional una vez que tienes tus resultados los pasos a seguir son más o menos lineales:
- Escribes un artículo con el resto de autores que aprueban el contenido
- Lo envías a una revista que consideras adecuada
- El editor valora si merece ser valorado en la revista. Si cree que no volvemos al punto 2 en otra revista. Este paso lleva entre unos días y varios meses.
- Si el editor opina que podría valer, lo envía a al menos dos revisores, que sin cobrar por ello lo leerán e intentarán buscar fallos o cosas que falten o necesiten ser aclaradas. El artículo puede estar en esta fase entre un par de semanas y un año.
- Los revisores pueden decir que no hagas cambios (cosa muy rara), pedir cambios pequeños de texto (bastante común), cambios mayores pidiendo experimentos extra (muy común) o decir que el artículo no vale (también común). Si dicen que no vale, volvemos al punto 2 con otra revista, o al 1 para mejorar el artículo.
- Se hacen los cambios que se han pedido (entre varias semanas y varios meses) y se vuelve al punto 4. Esto lo podemos repetir varias veces, porque es normal que haya varias rondas de revisión.
- Cuando aceptan que ya vale, si el editor está de acuerdo, te mandan una carta de aceptación. Tu artículo se publicará online en unos días o semanas y en papel (si todavía tienen de eso) en uno o varios meses.
Ese proceso completo suele implicar al menos tres meses, en el mejor de los casos. Y eso, en la situación actual, no es una opción. Cuando se sigue la vía tradicional, si el descubrimiento va a tener repercusión mediática, se preparan notas de prensa y los medios que tienen acceso a los artículos antes de que se publiquen escribirán sus comentarios para que salgan justo cuando se libere. Pero ahora esta vía tradicional pierde fuelle, y va ganando fuerza la vía del preprint.
La vía del preprint
Si no queremos esperar a todo el proceso de revisión y aceptación para que nuestros resultados lleguen a la comunidad, podemos ir por la vía paralela del preprint. Tras escribir el artículo, un borrador o la versión que se envía a las revistas se sube a un servidor de acceso libre. En tiempos de coronavirus los que más peso tienen son BioRxiv y MedRxiv. Los pdf que se han subido ahí no han sido revisados, no sabemos si los datos son fiables ni si los experimentos son reproducibles, porque nadie ha revisado esos artículos.
En tiempos de decenas de preprints diarios, los medios de comunicación ya no dependen de los embargos ni de las notas de prensa enviadas por las instituciones. Pueden perderse entre los preprints y elegir qué comentar, aunque muchas veces son guiados por Twitter a ellos. En puntos extremos tenemos casos en los que investigadores han buscado aparecer en los medios para darle bombo a su artículo en preprint.
Esta vía funciona de una forma diferente, porque tampoco es que no valga lo que aparece ahí, o que uno no se pueda fiar. En general, al poco de subir el pdf, varios investigadores del campo revisarán el artículo y rápidamente habrá una opinión de la comunidad científica. Pero hay que esperar a que haya esos comentarios. Un ejemplo de ésto lo tenemos en el artículo que decía que el coronavirus podía salir de un laboratorio porque tenía secuencias del VIH. Ese artículo se subió a bioRxiv, la prensa no esperó y se hizo eco (error), pero en un par de días un montón de investigadores comentaron públicamente los fallos del artículo. Poco después, el preprint se retractó (la página existe pero dice claramente que ha sido retirado).
¿Qué vía es mejor?
Mucho se ha publicado sobre que uno no se puede fiar de los preprints porque no han sido revisados. Pero la verdad es que lo único que hay que hacer es esperar a que sean revisados por la comunidad y no dar nada por cierto hasta que haya consenso.
Recientemente hemos vivido como el sistema tradicional tampoco es la panacea. DOs artículos que se publicaron en The Lancet y New England Journal of Medicine han sido retirados porque se habían “colado”. Aunque esos artículos habían seguido el proceso de revisión tradicional, una vez que se hicieron públicos y se sometieron al escrutinio de la comunidad, se descubrió que había problemas con ellos y se retractaron. En ese caso, el proceso de revisión por parte de la revista falló. Al estar hablando de un estudio muy importante en estos momentos, la posible eficacia de la hidroxicloroquina, mucha gente revisó el contenido y se descubrieron esos fallos. Pero si se tratase de la cría de la hormiga roja del Sáhara, probablemente no habría tanta gente revisando el contenido, y quizá nadie se habría dado cuenta de que había que retirarlo, o no habría podido hacer presión suficiente a la revista que va a ver su nombre manchado.
Así, aunque los artículos en “revistas de nombre” han sido revisados, en muchos casos algo ha fallado y hay cientos de artículos publicados en todos los campos que no se pueden reproducir o que tienen un análisis incorrecto de los datos. Todos los días se retractan artículos, pero normalmente no se llenan los titulares de los periódicos de “revista X retira un artículo”. En sí, suelen intentar hacerlo de una forma bastante discreta.
¿Y qué tiene que ver el otro estudio en todo esto?
Empecé diciendo que la tercera para que me hacía escribir esto eran los resultados del estudio de Oriol Mitjà. Y es que todo lo anterior se explica con una serie de titulares respecto a su estudio. La prensa se llenó de titulares del tipo “fracasa el estudio”. Y es que ciertamente, si nos ponemos en las publicaciones pre-covid, los resultados de ese estudio habrían acabado en un cajón y jamás se publicarían, porque los resultados parecen apuntar a que la hidroxicloroquina no sirve (digo parece porque no he visto los resultados).
En mi mundo, si quieres publicar un artículo necesitas tener resultados positivos. No vas a publicar que si mezclas dos cosas no pasa nada, publicas si obtienes algo. Pero es que los resultados negativos de los experimentos, también son resultados. Estoy segura de que más de la mitad de experimentos que se hacen en muchos laboratorios se han hecho en otro sitio antes pero nunca se han publicado, por lo que se pierde mucho tiempo repitiendo todo (ojo, no reproduciendo, que eso siempre es bueno hacerlo). Por eso, el trabajo de Oriol Mitjà no ha fracasado, ha obtenido un resultado pero, hasta hace poco, ese resultado no habría sido digno de ser publicado.
¿Entonces cómo publicamos?
Hasta como quien dice anteayer, existía una presión tremenda por publicar en revistas de alto impacto (como The Lancet) que supuestamente sólo publican cosas fiables y con resultados “positivos”. Ahora nos hemos dado de bruces con la realidad, con que ese proceso es excesivamente lento. Y poco a poco cada vez salen más voces que dicen que quizá lo de publicar en BioRxiv o MedRxiv y que la revisión sea pública y comunitaria tampoco es tan horrible, pero claro, eso afectaría mucho al negocio de las editoriales.
No voy a dar una solución, ni voy a profundizar en los detalles de los cambios que se nos venían encima antes de que todo esto ocurriese, pero que sirva lo contado hoy para recordar que las revistas también la pifian al aceptar artículos, que todos los artículos deben ser revisados por cuantos más investigadores mejor y que los resultados, positivos o negativos, resultados son y pueden ayudar a otras personas en su investigación.
Si queréis ver qué cosas se publican en preprints, porque eso sí es de acceso siempre abierto a todos, los dos servidores han juntado en una página todo lo publicado sobre el coronavirus, más de 5000 “preprints” a día de hoy: preprints de SARS-CoV-2
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