En los últimos años, cada vez le vamos dando más vueltas a la idea de reducir nuestra huella en el planeta, y eso genera muchos dilemas. Hace unos días escuché en un podcast una idea muy interesante sobre ese decrecimiento, sobre la necesidad de reducir. Se trataba del capítulo 89 del podcast El Charco de Enoch Martínez, podcast que os recomiendo mucho.
¿Quién reduce?
Es cierto que uno de nuestros principales problemas es quién reduce, porque no es lo mismo que yo cambie mis costumbres o que las cambie otros. Como bien dice Enoch, a lo mejor tenemos que plantearnos que nosotros (la mayoría de los que me leéis incluidos) pertenecemos al pack de los ricos que tienen que reducir. Desde luego, después de décadas usando muchísimos más recursos, parece un poco injusto pedirle a la gente de países que están despegando que reduzcan lo mismo que reducimos nosotros. ¿No será que nosotros ya hemos pasado nuestro cupo?
Que sí, que igual han sido más nuestros padres que nosotros, dependiendo de la edad de cada uno, pero desde luego hemos disfrutado de muchas más comodidades que otros. Un esfuerzo por parte de todos puede dar un empujón muy grande. El caso es el esfuerzo.
Grandes vs. pequeños
Otro de los razonamientos habituales en esto de reducir, es que si yo cierro el grifo mientras me lavo los dientes el impacto va a ser mucho menor que si cierra el grifo quien está regando algo en un secarral. O que la energía que yo consumo, aunque la reduzca a la mitad, no va a suponer una diferencia comparado con lo que consumen las grandes empresas. Pero es que las grandes empresas consumen más porque nosotros compramos sus productos. Es que los gobiernos hacen lo que hacen porque nosotros lo permitimos.
Ahora lo pensamos con el recibo de la electricidad, porque el bolsillo nos duele. Y sí, en el caso de España la realidad es que no es tan sencillo cambiar el precio de un día a otro. Pero por mucho que nos duela pagar los recibos (que nos duele a todos), también tenemos que reflexionar en qué nos ha llevado a esa situación. ¿Malas decisiones en el pasado? Han contribuido, sin duda. ¿Nuestro consumo? También.
Una reducción proporcional
Aunque Enoch dejaba en su podcast la puerta abierta a cómo medir lo que tiene que reducir cada uno, yo voy un poco más allá y me planteo lo que desde mi perspectiva es una opción. A nivel personal. Yo me planteo que hay que reducir y que lo primero que deberíamos plantearnos a nivel individual es no generar una huella mayor que la de nuestros vecinos. Lo primero sería asegurar la media, y si todos nos fuésemos planteando eso, la media iría bajando. Pero podemos ir más allá, y ver en qué cosas podemos recortar. Sí, quizá podemos renunciar al coche en algunos casos. En otros el coche puede ser más importante, pero podremos reducir por otros lados.
¿Podemos hacer el esfuerzo?
Está muy feo eso de pedir a otros que hagan una reducción en su huella de carbono y no hacer nada más que pedirlo. Personalmente, aunque yo creo que de base estoy por debajo de la media, me comprometo a reducir lo que contamino. Poner un poquito menos la calefacción aunque tenga que taparme un poco más. Vigilar un poco más el consumo eléctrico. Intentar que mi energía venga de fuentes un poco más verdes. Usar el coche un poco menos, optimizando las salidas. Que cada vez que haga una cosa que sé que está mal, pero a la que no renuncio por comodidad, haga otra que esté un poco mejor. Alargar la vida de mi móvil un poco más aunque sepa que puedo cambiarlo. Darle una segunda vida a aquellas cosas que todavía pueden resultar útiles, para mi o para otros. Comer menos carne. Detalles pequeños, pero que sumados no son tan pequeños. Y sí, también pensar a quién compro y qué empresas van a contaminar y lucrarse con los ingresos que yo les proporciono.
¿Y vosotros? ¿Os habéis planteado qué podríais hacer para reducir?
Una de las cosas poco sostenibles que hago es consumir café. Lo compro en grano y uso una prensa, pero consumo demasiado. Prometo controlarme, pero… un empujoncito siempre ayuda.
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