Hay veces que se publican artículos que de entrada te suenan tan raros que te planteas que van a ser todo pseudociencia. Pero como aquí no estamos para prejuzgar sin ver los datos, pues hay que leer a ver qué es lo que hay detrás, para ver si es algo serio o no. Y hoy vamos a hablar de hipnosis y dolor.
Para partir de algún lado, hoy voy a partir de una revisión que se publicó hace unos años sobre la hipnosis en cirugías, que se centra en diferentes estudios que se han hecho para ver cual es el defecto de la hipnosis.
La hipnosis es real
En contra de lo que muchos puedan pensar, la hipnosis es algo que “funciona”. Eso sí, la forma de funcionar es ligeramente diferente a la que algunos venden. La hipnosis es un estado de sugestión, y si se consigue alcanzar ese estado, se puede alterar la percepción y la memoria de la persona que está hipnotizada. Dado que el dolor depende de nuestra percepción, la hipnosis podría ser una alternativa para alterar esa percepción.
El problema fundamental, un pequeño problema, es que no todos los humanos somos igual de sugestionables. A algunos se los hipnotiza con facilidad, mientras que a otros es prácticamente imposible. Además, el propio proceso dificulta muchísimo hacer ensayos clínicos, ya que para empezar es imposible hacerlo con doble ciego, puesto que al menos el hipnotizador sabrá que se está hipnotizando al paciente.
Un poco de historia
La hipnosis aparece en el siglo XVIII como una especie de sueño en el que se altera la percepción y la memoria, pero ya en sus primeros años se dan cuenta de que esto depende mucho de la persona. La verdad es que la idea de las manos mágicas (magnéticas, realmente) del hipnotizador duró más bien poco, y aunque se siga vendiendo así en algunos círculos, ya en aquellos tiempos se sabía que esto dependía de la cabeza de cada uno y no del magnetismo del que lo ejercía.
Entre 1830 y 1850 (más o menos) la hipnosis se utilizó como anestesia. Es cierto que duraba lo que durase y que además no iba a funcionar con todos los pacientes… pero era de lo mejor que había. Aunque ya se conocían remedios anestésicos, todavía no se usaban de forma rutinaria para las cirugías. Con el auge de la anestesia “química”, la idea de la hipnosis se olvidó, pero hace ya unos cuantos años que se valora para poder mitigar el dolor sin los efectos secundarios asociados. Por ejemplo, se valora su uso como alternativa a la epidural para no alterar el avance del parto.
Hipnosis vs. acupuntura
Aunque en la revisión que os traigo hoy se comentan otros aspectos de los intentos que se han hecho de ensayos clínicos, yo quería centrarme en una parte observacional. Hay una serie de experimentos descritos que han llamado especialmente mi atención, porque comparan el resultado de la hipnosis bloqueando la percepción del dolor con la acupuntura. Y es que aunque no se puede usar “hipnosis falsa” como tal al ser un proceso de sugestión que implica a personas, sí es más fácil alterar la acupuntura. Se pueden utilizar agujas que no se correspondan con lo que se supone que son las agujas correctas para la acupuntura.
Por otra parte, se pueden poner las agujas en otros puntos que no sean los descritos como “adecuados” para la acupuntura. Aunque para la acupuntura se nota un efecto, ese efecto es en general menor. Dicho de otro modo: si metes la mano en u cubo de hielo te va a doler menos si estás hipnotizado que si te han puesto agujas de acupuntura. Eso sí, para eso tienen que ser capaces de hipnotizarte.
Más allá de esa curiosidad, en la que podemos empezar a pensar que la hipnosis funciona con un mecanismo similar al placebo, algunos investigadores también se han ocupado de analizar si los receptores de opioides tienen alguna función (que no) y otras relaciones neurológicas.
¿Es la hipnosis una alternativa?
Desde mi punto de vista, yo me mantengo muy escéptica porque mi cabeza es muy cuadrada y no sé yo si sería sugestionable. A mí me pueden repetir 20 veces que “no me duele” que si me duele, me duele. Pero igual que el placebo es algo demostrable y que se debería explotar más, creo que pasa lo mismo con la hipnosis. Según algunos ensayos, la hipnosis puede ser un buen complemento durante la recuperación tras una operación, y pienso que todos tenemos claro que la actitud y la percepción de la recuperación son factores que van a afectar mucho al avance de esa recuperación.
Aunque yo lo vea con una perspectiva escéptica, eso no quiere decir que no deba estudiarse en estudios controlados. De la misma forma que para poder decir si la homeopatía funciona o no funciona es necesario que se hagan ensayos clínicos, en este caso es exactamente lo mismo. Hay que estudiarlo, y si tiene un efecto, aunque no sea por lo que se había planteado inicialmente, pues hay que aprovecharlo.
Si queréis leer la revisión en cuestión, aquí os dejo el enlace: Hypnosis and Surgery: Past, Present, and Future
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