No sé dónde se han quedado aquellas cosas de la educación española que pensábamos que no se dejaría de enseñar, por mucha LOGSE, LOCE, LOU o cosa que hubiera en lugar de la EGB. Y a lo que me refiero es al comportamiento en las escuelas. En mis tiempos, que no son tan lejanos al fin y cabo, estas cosas ya pasaban, sí existía el acoso escolar, y las agresiones a los profesores, y todo, pero había modos de solucionarlo.
Si la agresión era física, se cumplía lo que Bart Simpson denomina “la ley del patio”. Se buscaba un momento en el que ningún adulto se entrometiese y las personas en cuestión se liaban a sopapos y, por supuesto, también los amigos de ambas. Esto es mucho más divertido cuando ocurre entre chicas, porque además se forma un corro de chicos animando para que se pasen al barro. Tras la pelea que algunos amigos de los implicados paraban, todos volvían a ser amigos o no volvían a hablarse en la vida y fin de la historia. Recuerdo que yo no era muy dada a estas cosas. Mi primera pelea fue en el colegio y fue frustrada por una profesora que, grave fallo por su parte, se puso del lado de la otra niña, diciendo que yo era rara (de aquella creo que aún no lo era). Por culpa de esa gran hija de puta, fui la rara durante mucho tiempo, pero llegaron tiempos mejores más tarde. Mi segunda pelea fue en el instituto. Realmente no fue una pelea como mal, porque yo soy una persona pacífica que sabe encontrar el punto débil de otra persona, y aquella gorda que de un modo muy poco inteligente osó tirarme del pelo (a quien se le ocurre….). La patada que llevó hizo que aún hoy no me hable, y el hecho de que se cayese al suelo y tal y cual hizo que sus otras amigas que también venían con el ” a mi no me llames puta” (a las que por cierto ni conocía), nunca jamás intentasen acercarse a mi. Estuvo bien, el resto de mis amagos de pelea se quedaron en una amenaza seguida de un “y no te pego porque se lo que le hiciste a fulanita”. La caña, vamos.
La agresión psicológica es un problema aparte. Las personas construyen su mente con el paso del tiempo, y la forma de ser de cada uno de ellos cambia a lo largo de su vida, estando muy influenciada por el medio externo. Si volvemos a analizar mi propio caso (para que no se diga que habla de lo que no se sabe), puedo hablar muuucho sobre ello. En mi caso no tenía la posibilidad de defenderme en el colegio, por culpa de mi madre (de esto hablaré después). Si mis compañeros me decían o me hacían algo con el objetivo de que me sintiese la última mierda, tenía que callarme y punto, y acordarme de todos los muertos de las monjas que no me dejaban contestar, y es que decían que yo era borde (yo????). Pero esas cosas son las que construyen a una persona con el tiempo, y en el instituto pese a ser aparentemente el mismo ser humano, era todo diferente. Pasé de ser la marginada de la clase a llevarme con todo el mundo de mi clase, a ser un ser sociable. Evidentemente eso no duró demasiado, por mi capacidad para decir siempre la verdad a la cara y ser una persona borde (que ahora ya no soy). Después llegó la facultad y pasó algo semejante, y ahora, con mis amigos y enemigos en la carrera, puedo decir que valía la pena. Vale la pena ver como esa persona que se sentía tan superior a ti se ha ido a la mierda mientras tú has salido adelante, y no me causa ningún trauma pensar en ello. Hasta me llevo bien con alguna de aquellas personas que en el colegio no me trataban bien, y es que son cosas de niños, y entre niños se arreglan. Ellos se pegan, ellos se gritan, y después actúa la selección natural, que hace que los más tocacojones en primaria no consigan hacer nada productivo en su vida. Eso ya quita a los otros todos sus traumas.
Ese no es el problema de la educación actual, el problema son los padres. Todos conocemos lo de “la culpa es de las madres que las visten como putas”, y esto es algo así. Cuando mi madre se enteraba de que a mi me pasaba algo en el colegio, ella iba diciendo que no tenían que dejar que los niños se pegasen, que tenían que poner paz, que separarnos y esas cosas. Me decía siempre que ni se me ocurriese pegarme con mis compañeras y que no contestase y todas esas cosas que dice alguien que tiene cabeza (y eso que la de mi madre no da para demasiado). Pero ahora no es así. Ahora los padres animan a los niños a que arreglen las cosas a bofetadas, les enseñan como acosar psicológicamente a los compañeros de clase, y si todo eso no fuera suficiente, van al colegio a amenazar a los profesores o a los padres de los compañeros de los hijos. ¿Cómo hemos llegado a eso? He visto muchas peleas entre adolescentes y todas se arreglaron con unos moratones y unas cocacolas en la cafetería del instituto. ¿Qué a pasado para que las palizas ahora impliquen que los niños acaben en el hospital?
Otro día hablaré del acoso a los profesores, que es otro tema que da mucho de sí. Me preocupa que haya que volver a los tiempos en los que el profesor amenazaba a los alumnos con la regla de madera. ¿No podemos quedarnos en el lanzamiento de tizas (o borradores) que viví yo? Era muy efectivo 🙂
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