Pues eso, que estoy en París. ¿Y cómo he llegado yo aquí?
Evidentemente, y punto uno, incumpliendo mi promesa de escribir más a menudo de mi último post, ese de propósitos de año nuevo :S
¿Qué ha pasado en los últimos meses? Veamos…
Empezó el año, conmigo cabreada por estar en Galicia y con planes alternativos para las próximas navidades. Enero pasó rápido, con una reunión de bichólogos en medio, de esas en las que conoces a gente que trabaja en tu edificio pero que te has tenido que ir a la otra punta del país para conocerlos.
Febrero fue el mes de las incorporaciones. Volvió nuestra estudiante perdida en los exámenes, empezó una postdoc nueva (necesitaría todo un blog para contar mis aventuras con ella) y también se incorporó un nuevo predoc, indio, lo que hizo que en el laboratorio ahora hablemos mayoritariamente inglés. Finalmente el señor holandés lo ha conseguido, por la fuerza. Esto ha dado muchos problemas, y no exactamente conmigo, pero vamos superándolo… Además, a finales de febrero me enteré de que uno de esos proyectos absurdos que pide mi jefe, nos lo habían concedido, y tenía que venir a París…
Marzo fue un mes breve, que pasé mayoritariamente quejándome de que no quería venir a París. A principios de mes tocó una visita de rigor a Galicia (o voy cada 3 meses o mi madre me mata) (coño mi madre… sabía yo que se me olvidaba avisar a alguien de que había llegado entera a París…). Después por el “puente” de San José, aprovechamos para hacer una “escapada romántica” a Ponferrada. Y diréis que Ponferrada no es romántico… pues sí, sí lo es, porque no hay nada más romántico que caminar varios kilómetros sobre la nieve después de haber metido el coche por una de esas carreteras en las que rezas a Cthulhu por no cruzarte a nadie de frente, y sólo para llegar a una cueva en la que no quiero saber que coño hacía un obispo. Pero el paisaje… ver esas montañas tan verdes, todo tan bonito, nevado… Un finde fantástico.
Lo malo, la vuelta a la realidad, preparar todo para el viaje a París. Reconoceré que lo dejé todo para el último momento. Todavía tenía esperanzas de que por alguna razón sobrenatural se cancelase el viaje.
Pero aquí estoy. Y aquí estaré durante las próximas 5 semanas. En una casa en la que tengo una habitación, en la que comparto el baño con un señor jubilado asiático. En un campus en el que no hay nada, y con la única esperanza de que al menos conozco a gente con la que poder quedar en algún momento para no morirme del asco aquí.
¿Y qué voy a hacer aquí? A vosotros os lo voy a decir… ja! Evidentemente, tengo mi plan secreto. Pero ese es secreto. El plan oficial es clonar la fibra de un fago (sí, ya, eso podía hacerlo en mi labo… ya), si es que algún día los de aduanas liberan el paquete que me envié de Madrid aquí (os juro que el virus mortal no iba dentro del paquete).
Mientras tanto, tengo más cosas que hacer. Como siempre, tengo una gran pila de papers pendientes de lectura. Además tengo que escribir algo para un capítulo de un libro que mi jefe inteligentemente me ha empaquetado (inteligente su forma de hacer que me coma yo el marrón). También tengo proyectos nuevos entre manos… como la colaboración en un blog, que enlazaré en cuanto me anime a hacer mi aparición. Tengo una tesis que debería empezar a escribir, en caso de que con esos maravillosos recortes me quede sin beca. Y otros líos de papers entre manos… ese que no me quieren publicar (malditos revisores) y ese otro que mi señor ex-jefe ha publicado con mis resultados sin incluirme como autora.
Así que aquí estoy, organizándome… y planificando un par de posts para revitalizar este blog. Las cosas más científicas las escribiré en el otro, pero no os preocupéis, que aquí habrá quejas, como siempre. Y empezaré con esos recortes en investigación, que a todos nos han alegrado hoy el día. Atentos a vuestros lectores de feeds, y como siempre, compartid!
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