El mes pasado se publicó un artículo en la revista Nature que llamó mi atención. El artículo habla de un metabolito en ratones que se relaciona con la ansiedad, pero al leerlo pensé lo que pensaría cualquier persona. Si los resultados de ese artículo se pudiesen extrapolar a humanos, entonces deberíamos poner todavía más atención a lo que estamos comiendo y también nos interesaríamos mucho más por algunos detalles de nuestro perfil genético.
La ansiedad en los ratones
El artículo se centra en el análisis de un metabolito, el 4-etilfenol sulfato (4EPS), que se ha visto que tiene cierta importancia a nivel neurológico. Los ratones que estaban expuestos a este compuesto mostraban un patrón de ansiedad característico. ¿Pero de dónde sale? Realmente, ese es el objetivo del artículo, analizar cómo se genera el compuesto y reproducir el patrón en otros ratones. Para ello lo que hicieron fue detallar la síntesis por parte de la microbiota de los ratones tras identificar los microorganismos implicados. Con esos datos, pudieron replicar el resultado en otros ratones en los que añadieron las bacterias implicadas en la síntesis.
¿Cómo evitar el 4EPS?
No es tan fácil como podría parecer, porque lo de limitar su fuente en la dieta viene siendo muy difícil. El 4EPS no se ingiere tal cual, lo generan las bacterias presentes en el intestino de los ratones, al igual que otras muchas moléculas que tienen actividad neurotransmisora. El problema es que el precursor de este metabolito es la tirosina, un aminoácido que se ingiere a diario en la dieta ratonil. Al ser especialmente difícil regular el precursor, lo razonable es regular la síntesis. Para poder regular su síntesis es necesario alterar la microbiota, sea eliminando el organismo que la lleva a cabo o modificando ese organismo para que no pueda transformar la tirosina en 4EPS.
En ratones no es lo mismo que en humanos
Aunque rápidamente se nos enciende una bombillita cada vez que leemos este tipo de artículos, hay que tener en cuenta que no se pueden extrapolar los resultados de ratones a humanos. Aunque en muchos casos sí podemos plantearnos que será similar, en este caso hay suficientes datos como para saber que no va a ocurrir igual.
Lo que sí podemos hacer es plantearnos hasta qué punto nuestro comportamiento depende de nuestras bacterias intestinales. Que están implicadas en la síntesis de neurotransmisores no es algo nuevo. Esto ha sido un ejemplo más (en ratones), pero sabemos que en el caso de los humanos también hay reacciones similares. E incluso sin experimentos, cualquier persona sabe que dependiendo de lo que comemos nos sentimos de una forma diferente. ¿Tendrá nuestra dieta un papel fundamental en nuestra ansiedad? Porque nuestra dieta no solo proporciona nutrientes, también da forma a la composición de nuestra microbiota. Quedémonos por ahora con esa parte, con que somos lo que comemos, y también lo es nuestro comportamiento.
Si queréis leer el trabajo sobre los ratones, que es muy interesante y que probablemente acabe siendo un pilar importante en el estudio de neurotransmisores “de origen microbiológico”, aquí os dejo el enlace, que está publicado en abierto: A gut-derived metabolite alters brain activity and anxiety behaviour in mice
Dicen que la tirosina aumenta la concentración y que junto a la cafeína es una buena mezcla para trabajar. Los frutos secos con tirosina los pongo yo, vosotros ponedme el café:
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