No está en los genes… ¿o sí?

Uno de los libros que me dejó marcada en mi juventud de protobióloga fue No está en los genes. Cuando hace cosa de una semana se estuvo hablando de libros de divulgación que se recomendarían en el grupo de Telegram de Bacteriófagos, a mi era el primer libro que se me ocurría.

Para mi pena, es bastante difícil encontrar este libro en castellano. No está en los genes se tituló en inglés como “Not in our genes” y está escrito por Richard Lewontin, Steven Rose y Leon J. Kamin. Un libro que tiene ya más de 30 años y que sigue siendo fundamental.

La idea del libro

Hace años, ya muchos años, se puso de moda decir que todo lo que nos ocurría en la vida venía predeterminado por nuestros genes. Esta idea era muy atractiva para algunos, porque simplificaba la vida, permitiendo asumir que no era necesario esforzarse en cambiar nada, ya que no se podía cambiar porque todo estaba predeterminado por nuestros genes. Por otra parte, estas ideas cuajaron muy bien entre “ciertos seres” que rápidamente asumieron que si todo venía de los genes, podíamos seleccionar a los humanos para crear una raza superior. Seguro que os suena la idea.

No está en los genes justamente de lo que nos habla es de lo contrario. Nos dice que no todo está en los genes. En sí, desde aquel momento, sabemos que mucho menos está en los genes, porque también hemos aprendido que los “genes” se modifican por el ambiente, en eso que llamamos epigenética. Creeríamos que desde aquel momento las cosas han cambiado mucho y que ya tenemos todo eso claro, pero para nuestra desgracia en los últimos años eso de decir que está en los genes está muy de moda.

De los genes a la cultura

Incluso en aquellos casos en los que ya no se puede decir que está en los genes porque lo hemos superado, ahora la moda es culpar a la cultura. Culpar al lugar en el que naciste. Pero eso también tiene sus matices… porque igual que los genes no determinan toda nuestra vida, el mundo en el que nos criamos durante nuestros primeros años tampoco debería determinarla, siempre que se nos permita cambiar el entorno. Por ejemplo, nuestros genes no determinan que podamos o no resolver un problema matemático, lo podremos resolver dependiendo de nuestro conocimiento del tema, que adquirimos durante nuestra vida. Y el nivel de conocimiento no debería depender de el lugar en el que nacemos, porque eso lo podemos cambiar, aunque cada vez resulte más difícil.

Claro que un niño que nace en una familia sin estudios puede lograr un doctorado, aunque le vaya a resultar mucho más difícil que a aquel que ha crecido rodeado de libros, que se apoyaba en clases particulares y que no tuvo que trabajar mientras estudiaba su carrera. A algunos les costará más asumirlo, pero sabemos que esas diferencias existen pero que posible es. En cambio… ¿qué pasa cuando hablamos de otras culturas?

De lo más actual

En esos momentos, en los que alguien me dice que son así, que alguien no va a cambiar porque “ponga aquí razón absurda”, es en los que yo me acuerdo de este libro. No venimos preconfigurados de fábrica, traemos una configuración base, pero eso va a cambiar y adaptarse, para bien y para mal. Lamentablemente, también vemos muchos de esos “para mal”.

Por esas cosas yo os recomiendo el libro, porque es muy actual, y porque descubriréis cosas que jamás os habíais planteado, pese a que se escribiese hace más de 30 años.

Os quería dejar el enlace pero no hay versión en castellano… pero os dejo el afiliado a la versión en inglés, por si os interesa el libro. Y no olvidéis hacerme llegar vuestras recomendaciones de libros de divulgación, que haré una selección dentro de un par de semanas para que tengamos todos lectura durante el verano.

Y ya sabéis que para ayudarme a mantener este sitio, y a leer más, podéis invitarme a un café:


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