Se nos repite muchas veces eso de que es mejor tener menos cosas si tenemos lo que realmente nos hace falta, que tener menos nos hace más felices, que qué bonito es el minimalismo. En este blog yo misma he hablado muchas veces de las ventajas de ese minimalismo, pero cierto es que para llevarlo a cabo tengo que hacerlo de forma consciente, porque si me dejo llevar, siempre acabo con más.
Cuando nos dejamos llevar acabamos con más cosas, con más libros, con más comida, con más kilos, con más de lo que sea, porque algo en nuestra cabeza nos dice que añadir cosas es bueno, y quitarlas no es buena opción. Pero en cambio, conscientemente nos repetimos que menos es más.
No elegimos menos como mejor
Esto que puede parecer un rollo que me estoy inventando ahora, ha sido lo que han analizado unos investigadores en un artículo publicado en Nature que ha llamado mi atención. Pocas veces me centro en artículos más sociales porque se salen de mi campo, me cuesta mucho más entenderlos y no me atrevo a comentarlos, pero el simple título llamó demasiado mi atención: People systematically overlook subtractive changes
El planteamiento de sus experimentos era sencillo: en diferentes pruebas pretendían analizar si las personas elegían añadir elementos o eliminarlos para que algo mejorase. Y sus experimentos cubren un rango muy amplio, desde una igualdad de condiciones, hasta momentos en los que se aclara que eliminar es beneficioso. En los experimentos en igualdad de condiciones, más del 80% de las personas que participaban elegían opciones que implicaban un incremento, añadir factores, en lugar de una sustracción, eliminando. Bastante curioso.
No minimizamos ni sabiendo que es mejor
El caso es que sabemos que se nos repite mucho eso de que menos es más, así que los investigadores probaron incluso experimentos en esa línea. Uno de los que describen que llama mi atención implica que añadir piezas supone un coste, y retirarlas es gratis. Se busca una mejora, y se pueden hacer los cambios que se quieran. Si solo se decía que añadirlas suponía un coste, la inmensa mayoría las añadía. Si se aclaraba que retirarlas era gratis, entonces muchos retiraban… ¡pero ni siquiera así eran la inmensa mayoría! Más de un 30% seguía añadiendo piezas, lo que a mi parecer indica que algo nos hace pensar que es “mejor”.
Obviamente analizando los experimentos, ahora mi cabeza me dice que es evidente que eliminar es mejor, o incluso que añadir factores o eliminarlos va a producir un resultado similar, pero yo sé cual es el objetivo del estudio, y por lo tanto mi pensamiento está sesgado. Pero sí puedo pensar en todas las decisiones que tomo y en como muchas veces, en lugar de valorar eliminar, solo tengo en cuenta qué puedo añadir.
Un interesante punto de partida
Dado que somos conscientes de que en muchas situaciones eliminar factores es mejor, quizá nos lo tenemos que repetir tanto por algo. ¿Por qué cuando nos dejamos llevar elegimos añadir y no eliminar? Este estudio es un punto de partida, enseñando que realmente hacemos eso, queramos o no. O al menos, que los estadounidenses lo hacen, que habrá que extender decentemente el estudio a otros países.
Teniendo en cuenta estos factores, el siguiente paso será analizar por qué tomamos las decisiones de esa forma, buscar factores que nos hagan decidir así y tenerlos en cuenta para cambiarlos, ya que al fin y al cabo, sabemos que menos no es más necesariamente, pero desde luego muchas veces menos es mejor.
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