Hoy vengo a contar una historia diferente, porque como en la vida las cosas se cruzan, quiero aprovechar y contar por qué a veces se me retrasan los proyectos en mi organizada vida. La razón es muy sencilla y a la vez muy complicada: la migraña. Creo que nunca he hablado demasiado de ello, pero quiero que el tema sirva para dos entradas, hoy una más personal en la que cuente la experiencia, y otra más adelante en la que contaré la parte científica que hay detrás. Y lo hago porque últimamente me he encontrado con personas que sufren migrañas y no saben lo que ocurre, y también porque tenemos que empezar a asumir de una vez que no, el dolor no es algo normal.
No es un dolor de cabeza
Uno de los errores más comunes en gente con migrañas es decir eso de que “duele la cabeza”. Y no, no es un dolor de cabeza. Es el infierno en la tierra. No es un dolor generalizado, se trata de un dolor en general mucho más concentrado en un punto. En mi caso la sensación es similar a un pinchazo continuo en la sien, generalmente en el lado izquierdo de la cara. Noto el malestar en todo lo que conecta al nervio, por lo que el dolor suele ir acompañado de lagrimeo (o incluso no poder abrir el ojo), nariz taponada y dolor de muelas/dientes.
Cuando el dolor va a más me incapacita al punto de que cada ruido alto o luz intensa es como si me diesen un golpe. Al cabo de unas horas se junta con mareos, dolor de estómago, náuseas e insomnio. Eso tiene explicación, pero queda para la parte científica en el futuro.
Los desencadenantes de la migraña
Mucho se ha estudiado esto… y es que parece que en cada persona hay una serie de factores que desencadenan un ataque migrañoso. En algunos casos son alimentos, por lo que la solución es fácil: si los identificas ya está. Pero no hay una receta única, porque en algunos casos el café ayuda a que se pase y en otros la desencadena. Es todo prueba y error.
En mi caso los desencadenantes son dos cosas que no puedo controlar. La regla y los cambios de presión atmosférica. Por suerte no hay migrañas con cada regla. Y sí, por eso las migrañas ocurren más en mujeres que en hombres. Al menos las de la regla se pueden ver venir, pero las de la presión no. Y si las ves venir es peor, porque escuchas en la tele que viene una borrasca tremenda y ya te temes lo peor.
Además, hay gente que tiene una serie de síntomas previos y posteriores. Lo de los previos debe estar muy bien, porque la ves venir y actúas antes. No es mi caso: en cuestión de 10 minutos puedo pasar de estar como una rosa a ver las estrellas. A partir de ahí la duración es indeterminada: entre unas horas y tres días. Al tercer día te quieres pegar un tiro y en el proceso la ansiedad hace de las suyas, porque si llevas dos días con una aguja clavada en la sien que no te deja ni dormir… pues no razonas muy bien.
Lo de los tratamientos
Igual que hay diferentes tipos de dolor y diferentes desencadenantes, lo de los tratamientos es también un mundo. Aunque hay un medicamento específico que no he probado y por ahora no tengo especial interés en probar (por razones basadas en la evidencia científica), lo común es tomar antiinflamatorios. ¿Cuál? Pues vas probando y el que funcione mejor. Yo he pasado por varias fases y he probado casi cualquiera de las cosas que se dan comunmente para tratar el dolor. Durante un tiempo la mezcla de paracetamol + codeína funcionaba muy bien, hasta que un día dejó de funcionar. Ahora lo que mejor me va es el ibuprofeno normal y corriente, pero solo funciona si empiezo a tomarlo justo cuando empieza el dolor. Si pasan 20 minutos, ya es tarde.

Además de la medicina que se vende en farmacias, hay otras cosas (algunas que se compran en farmacia) que ayudan. A mi me ayuda el mentol, sea en la forma que sea: vapor, crema en la sien, chicles, enjuague… cualquier cosa con mucho mentol. Eso también tiene su explicación científica. Por otra parte, el CBD, aunque no ha sido estudiado lo suficiente para que la evidencia sea convincente, ayuda a calmar el dolor (y a dormir).
Y también están los trucos de la abuela, que no siempre se pueden usar: mantenerse en un lugar a oscuras sin ruido. Un aburrimiento, pero ayuda a que duela menos hasta que se pase.
¿Vivir con ello?
No nos queda más remedio, pero a mi me gustaría que cuando tengo que acabar reconociendo que no he podido hacer algo, o que tengo que retrasar algo, por un ataque de migraña… no se reaccionase inmediatamente con el “ah, un dolor de cabeza”. O que no me digan que me tome una aspirina. Y ya de paso, que no te digan que es “estrés” y te manden a casa con un paracetamol. ¿Por qué no se pone más interés en este tipo de problemas? Yo puedo vivir con ello, y por suerte no suelen ser más de unas horas difíciles antes de recuperar la normalidad. Nunca me he visto en una situación en la que realmente haya supuesto un problema grave, pero hay gente que llega a perder su trabajo. ¿Da igual porque simplemente es dolor?
Esta semana he pasado por uno de esos ataques, cuando entró la borrasca, pero por suerte fue de esos que duró unas horas. Lo malo fue que esas horas fueron principalmente por la noche, y costó recuperar la falta de sueño. Por suerte solo me retrasó un poco los planes, pero también me inspiró a cambiarlos y contar mi experiencia. Yo cada vez encuentro más gente que sí entiende lo que ocurre, aunque todavía haya muchos que no. Así que los que me leéis, si os pasa lo mismo… no estáis solos.
Deja una respuesta