Los incendios durmientes que despiertan con el calor

Entre toda esa masa de artículos científicos centrados en los coronavirus, ocasionalmente podemos encontrar algunos artículos que se centran en otros temas, temas que no tienen nada que ver con ese tema… o sí. Hace poco me llamó la atención un artículo en Nature sobre los “incendios durmientes”. Realmente son los incendios que se mantienen bajo mínimos durante el invierno y vuelven a aparecer con el buen tiempo, pero creo que nos entendemos mejor si hablamos de incendios durmientes.

El problema de los incendios durmientes boreales

Aunque todos tenemos en nuestra cabeza una imagen de qué es un incendio, en algunos casos la cosa es más grave de lo que está en nuestra cabeza. Nosotros somos conscientes de lo que arde en la superficie, pero especialmente en latitudes extremas, una parte más que considerable del incendio ocurre bajo tierra. Los suelos orgánicos que encontramos en esas zonas (por ejemplo, en Alaska) hacen que mucho de lo que se quema no sea visible, pero contribuye sustancialmente a la liberación de gases a la atmósfera, además de destruir el suelo.

Los incendios ocurren cuando hay condiciones adecuadas para ello. En Galicia siempre decimos que son los 3 30: más de 30 grados, menos del 30% de humedad y vientos de más de 30 km/h. Por supuesto, si uno es más bajo pero otro es más alto, pues pueden ocurrir igual. Y si además hay un factor externo que ayuda, pues más. Los factores externos pueden ser desde un rayo de una tormenta hasta la quema de rastrojos. Pero en algunos casos surgen incendios, aparentemente naturales, antes de alcanzar estas situaciones. Como si los incendios hubiesen hibernado desde el año anterior.

Cuando un incendio durmiente se despierta

Es que realmente esos incendios estaban hibernando. En esos casos se trata de incendios del año previo, que dejaron de quemar “el exterior” y siguieron bajo mínimos bajo tierra, esperando a las condiciones adecuadas. Aparecen siempre cerca de la zona quemada el año anterior, y siempre en cuanto tienen oportunidad.

En el trabajo que se ha publicado ahora, lo que los autores han hecho es desarrollar un algoritmo que permita “predecir” dónde se puede despertar uno de estos incendios durmientes, y a poder ser más o menos cuando, para así poder atacarlos lo antes posible. Por desgracia para nosotros, poco podemos hacer con la parte que se esté quemando bajo tierra, pero por arriba cada hora puede ser crítica. Y saber qué zonas hay que vigilar mucho y cuando puede ser muy importante.

¿Dónde y cuándo resurgen los incendios durmientes?

Tras analizar datos de años previos, los investigadores observaron que la inmensa mayoría de los incendios despertaban en la misma zona que se había quemado el año anterior. Es decir, habían seguido justo debajo, aunque en principio pueden extenderse por el subsuelo. Y algunos lo hacen… pero poquito. Los que se habían desplazado, la mayoría no se salían más de 500 metros. Así pues, si se analiza un kilómetro alrededor del perímetro del año previo, podemos estar relativamente seguros de que vigilamos la zona adecuada, que es lo que plantean ellos.

Lo de la fecha es más complejo, porque cada año es un mundo. Aunque por una parte para una zona concreta podían establecer el punto de inicio a finales de mayo, es mucho más exacto buscar otra referencia que no dependa de la localización y se vaya adaptando, como por ejemplo, el comienzo del deshielo. De media surgen pasados 27 días del comienzo, así que si se quiere buscar un rango límite, con sus datos, tiene sentido valorar hasta 50 días después del deshielo. Dentro de esos parámetros, su algoritmo pudo predecir la mayor parte de los incendios ocurridos los años previos.

Imagen de un incendio en el que hay pocas llamas visibles
Aunque casi no haya llamas, se quema por debajo

El problema del calor

Hola, no sé si os habéis dado cuenta de una cosa llamada cambio climático. Bromas aparte, es más que evidente que el planeta se calienta y a más calor, más incendios. Esto es un problema porque necesitamos los árboles para que capten dióxido de carbono. Y si se queman no solo es que no lo capten, es que liberan y mucho. Y si se libera más dióxido de carbono entonces la temperatura sube más, y entonces hay más incendios, y se libera más dióxido de carbono… vamos, que esto del calentamiento global lo está empeorando todo exponencialmente. Además, a más calor global, mejor arde bajo tierra también.

Además de liberar CO2 los incendios destrozan el suelo, y por lo tanto cada vez será más complicado cultivar en esos terrenos, o plantar otros árboles. Reforestar suena muy bonito, pero no se puede reforestar una zona que está ardiendo por debajo del suelo. Para complicar todo más, aunque eso de arder “por debajo” libera menos dióxido de carbono que cuando se queman los árboles, la quema de materia orgánica bajo tierra tiene más problemas. Uno de los problemas destacables es que se libera metano, mucho más que cuando tenemos fuego “con llamas” en la superficie. Y el metano hace todavía más daño a la atmósfera que el dióxido de carbono.

¿Qué hacemos?

En la línea esperable, los autores del trabajo dicen que lo que tenemos que hacer es vigilar. Tenemos que vigilar las zonas con riesgo y tenemos que apagar esos incendios lo antes posible. Hacer todo lo que esté en nuestras manos para que no se mantenga bajo tierra. Y aunque eso ocurra muy al norte, el resto no deberíamos quedarnos con la idea de que no nos afecta.

Aunque nos quede lejos, lo que ocurra en los bosques de Alaska, de Groenlandia o de Siberia… nos afecta y mucho. Resulta que compartimos atmósfera, así que su CO2 nos afecta a nosotros igual que el de una fábrica en China. Quizá nosotros no podamos evitar que ocurran, ni esté en nuestras manos que se vigile más o menos, pero sí está en nuestras manos lo que lleva a esa situación. Si arden más por el calor, hagamos por frenar el calentamiento global en otros aspectos. Veamos cómo lo veamos esto va a ser un problema que nos va a afectar a todos, antes o después.

Si queréis saber más de los datos recopilados o del algoritmo que han diseñado, podéis encontrar el artículo aquí: Overwintering fires in boreal forests

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