Estoy llegando al ecuador de mi periodo de exámenes. Es horrible. Es el momento en el que no tienes tiempo para estudiar nada, y van y te dicen que tu simpático profesor de genética evolutiva ha decidido, los días antes del examen, que no te va a dar las fórmulas, que te las sepas (los 90 folios de fórmulas). Y entonces es cuando te planteas suicidarte… o no aparecer por el examen hasta nuevo aviso en septiembre, o así. Pero como soy masoquista, y no quiero haber perdido el tiempo todo el fin de semana, me mataré mañana todo el día a intentar estudiarme pas p… fórmulas, y que sea lo que Darwin quiera… que sólo son dos ejercicios (más uno de teoría), y malo será, digo yo, que estadísticamente, tengo probabilidades de aprobar, estudiándome la mitad 🙂
Además, para ayudar, yo, la persona a la que nunca le pasa nada, que nunca se hace daño con nada, que es de goma… voy y me corto. No… no con un bisturí en el laboratorio, más penoso… tampoco con un inmenso cuchillo de cocina… no… con una mierda de una lata de atún. De esas pequeñitas, traicioneras. El caso es que me tajé el meñique de la mano derecha. Así corte profundo, que no paraba de sangrar. ¿Y sabéis lo que cuesta escribir cuando cada vez que algo roza el corte ves las estrellas? Pues es flipante… Y me da que tardará muuucho tiempo en curar 🙁
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