Hoy yo quería contar otra cosa, pero una idea pasajera se ha cruzado por mi cabeza y ahí me he ido, siguiéndola, a algo que comentábamos ayer en el grupo de Telegram, y de ahí al coronavirus y de ahí ya no había salida. Ahora que las medidas contra el coronavirus van desapareciendo poco a poco, me llama especialmente la atención que aquellas del teatro-Covid sigan ahí. Me refiero a aquellas que sabemos que tienen un impacto mínimo o nulo, pero que como son fáciles de implementar, se quedaron en todas partes, apareciendo en algunos casos incluso después de saber que carecía de sentido. Aquellas referentes a la higiene nos pueden ayudar a evitar infecciones que llegan por las manos, pero solo si lo hacemos de forma adecuada.
Qué se contagia por las manos
Podemos contagiarnos a través de las manos de cualquier virus, bacteria, hongo o microorganismo (así, en general) que se transmita por vía aérea a través de gotitas, o que se transmita por vía oral-fecal. Por supuesto, también de aquellos que afectan directamente a la piel.
Durante los primeros días de la pandemia se creía que el coronavirus se transmitía principalmente por gotitas de más tamaño que los aerosoles, y por ello tenía una gran importancia el lavado de manos y la desinfección de superficies. Después aprendimos que los aerosoles tienen un papel crítico y las gotas más grandes menos de lo que pensábamos, pero eso no quiere decir que no ocurran contagios. El coronavirus aguanta relativamente poco en gotas, porque se seca rápido y el sol le sienta muy mal, pero hay otros virus que aguantan muchísimo más.
Además de los microbios que podamos tocar con las manos y llevarnos a las vías respiratorias, también están todos aquellos que nos llevamos a la boca y que nos pueden hacer mucho mal. Con una buena higiene lo esperable es que solo nos afecten si comemos algo contaminado, pero sin higiene, compramos papeletas.
Qué no hacer
No hay que estar poniéndose gel hidroalcohólico en las manos cada 5 minutos. Ni hay que intentar agarrar todo con un pañuelo de papel que luego se deja tirado por ahí. No hay que agarrar el carrito de la compra con guantes. No hay que tocarse la cara con guantes. Ni hay que sacudir las manos por todo el baño (público) después de echarles un poco de agua. No hay que limpiarse los mocos con una servilleta y apoyarla en la mesa. No hay que echar un spray “desinfectante” en una mesa y creer que ocurrirá alguna clase de milagro.

Que es lo que sí podemos hacer
Lavarnos las manos antes de comer o cuando hayamos tocado cosas fuera de casa, con agua y jabón, dejando el gel hidroalcohólico para emergencias. Si tenemos un local con aseos, nos podemos asegurar de que haya siempre jabón y toallas (de papel, de rollo, etc). Si estornudamos, tosemos, o lo que sea, nos limpiamos con un pañuelo y lo tiramos en una papelera. O si no hay papelera, nos lo guardamos en el bolsillo hasta que podamos tirarlo. Las superficies las limpiamos frecuentemente (con un paño/estropajo con un detergente), las higienizamos con cierta frecuencia (un pañito con un multiusos) y las desinfectamos de vez en cuando (con lejía/Sanytol/similar). Antes de desinfectar la mesa tiene que estar limpia. También los carritos del supermercado. También el suelo. Si no es nuestra responsabilidad hacerlo, sí es nuestra responsabilidad como clientes buscar que se cumplan unas medidas mínimas de higiene.
¿Pero es que estamos pillando infecciones por las manos?
Definitivamente sí. O al menos eso quiero pensar. Porque o el incremento de infecciones viene por las manos, o es que hemos vuelto a aquella idea de lamer barandillas de escaleras, y quiero pensar que no.
Lo más probable es que al habernos quitado (más o menos) las mascarillas, como volvemos a tener acceso más fácil a la cara, vuelva a ser mucho más frecuente lo de toquetearse e infectarse. Entre adultos menos (espero), pero entre niños es algo normal, pero tras dos años casi sin infecciones, pues se nos había olvidado. Ahora, además, tras ese parón hay vía libre, y es posible que se concentren más. La temporada de gripe la dejamos atrás, pero todavía podemos esperar bastantes resfriados, animados por los cambios de temperaturas, y también muchas gastroenteritis.
Si hace dos veranos se regalaban mascarillas de dibujitos, ojalá este año se nos quedase la bonita costumbre de regalar jabones (bastante común, por otra parte) y lo más importante: de usarlos frecuentemente. t
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