Un estudio reciente describe cómo analizar a qué se unen las bacterias. A mi me ha llamado especialmente la atención por la tecnología utilizada para el estudio. Considero que puede tener muchas aplicaciones en un futuro no tan lejano, aunque la idea del trabajo fuese ligeramente diferente. Lo que hicieron fue unir una muestra de bacterias a partículas de comida artificiales y ver qué se unía a qué. Suena extraño, pero es muy informativo. Y es que nuestras bacterias todavía son algo muy desconocido.
Nuestras bacterias son selectivas
Durante lo que llevamos de siglo XXI uno de los campos que ha avanzado significativamente es el estudio de nuestra microbiota. Y cuanto más estudiamos, más sabemos que el tipo de bacterias (y la cantidad) en nuestro intestino tiene efectos sobre nuestra vida diaria. No exclusivamente en nuestra digestión: también en el desarrollo de enfermedades que aparentemente no tendrían ninguna relación.
No tenemos claro cómo se selecciona qué se une a qué, hasta qué punto las bacterias son selectivas y aprovechan una característica de la comida para unirse. Sabemos que las bacterias marinas tienen preferencia por la quitina, las del rumen por la celulosa… ¿y las nuestras? Pues eso es lo que querían saber, pero con más detalle.
Partículas con polisacáridos y bacterias
Los experimentos realizados implicaban una serie de partículas muy pequeñas con diferentes polisacáridos unidos, polisacáridos que son comunes en nuestra dieta. Así, al juntar las partículas con las bacterias habituales en nuestro intestino y analizar cuales se quedaban pegadas a las partículas, podían extrapolar las preferencias de cada tipo de bacteria. Aunque no para todas las analizadas había una preferencia clara, sí se observaba para más de un tercio de las bacterias. Vamos, que no les vale cualquier cosa.
Obviamente las partículas con polisacáridos son artificiales y no es lo mismo que nosotros ingerimos. Pero es un paso para analizar la unión de forma muy específica. Además, es una interesante prueba de concepto que nos puede dar información en el futuro para otros experimentos.
La unión partícula-bacteria nos proporciona información
Más allá de satisfacer la curiosidad, este tipo de estudios nos permiten conocer qué tipo de microbiota es necesaria para el procesado de algunos alimentos. O si lo vemos al revés, qué tipo de alimentos nos costará más digerir si no tenemos unas bacterias concretas. Además, analizándolas en conjunto, podemos saber como de bien es capaz nuestro cuerpo de extraer todos los nutrientes posibles de los alimentos, y cuánto está dejando pasar.
Por otra parte, el sistema de partículas artificiales nos puede permitir analizar los cambios en la microbiota de una persona en diferentes puntos temporales, como podría ser tras un tratamiento con probióticos. Así sabríamos rápidamente si han funcionado. Y si lo pensamos en un modo más futurista, también podría servirnos para diseñar alimentos fácilmente digeribles para la mayor parte de las personas.
Pero la realidad es que no tenemos que ir tan lejos, porque esas partículas permiten pescar bacterias. Y pescar bacterias es muy importante, ver qué se une y poder por lo tanto aislarlas. Porque por mucho que queramos analizar uniones la realidad es que todavía hay muchas bacterias que forman parte de la microbiota de alguna persona que no conocemos. Y en paralelo a todas las aplicaciones para mejorar nuestra digestión… poco podemos hacer mientras tenemos grandes puntos ciegos. Por suerte, con inventos como éste, poco a poco vamos poniendo luz en nuestras bacterias.
El trabajo con todos los detalles de cómo se unen las bacterias a las partículas lo podéis encontrar aquí: Strain-level functional variation in the human gut microbiota based on bacterial binding to artificial food particles
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