Quizá suene a un tema extraño, pero seguro que mucha gente se ha preguntado alguna vez cómo funciona la reproducción de las almejas. La verdad es que las almejas, como otros muchos moluscos, tienen una reproducción bastante sencilla, pero también bastante desconocida.
Empecemos diciendo que las almejas son eso, moluscos. Además, son bivalvos. En lenguaje llano: tienen dos conchas. Es decir, entran en el mismo grupo que los mejillones y que los berberechos. Y aunque todos tengáis ahora una imagen mental de una almeja, probablemente con su salsita en un plato, lo más probable es que cada uno imagine una almeja diferente. Hay un montón de almejas distintas, y aunque en este blog siempre se defenderán las almejas de Carril como las mejores del mundo, hoy vamos a hablar de almejas en general.
El aparato reproductor de las almejas
Como todo animal, las almejas tienen un aparato reproductor, aunque a los ojos de un humano medio no se vea nada cuando se analiza su cuerpecillo. En algunos casos tenemos almejas hembra y almejas macho, que generarán óvulos y espermatozoides, en otros muchos casos tenemos almejas que tienen un aparato reproductor que puede generar ambos gametos, pero no de forma simultánea.
Para rizar más el rizo, tenemos almejas que pueden generar tanto óvulos como espermatozoides a la vez, pero en partes diferentes de su sistema reproductor. En este caso, como las que lo turnan, hablamos de almejas que son hermafroditas. Las otras, las que sí se diferencian, se diferencian básicamente en eso, ya que en muy pocos casos vamos a poder ver externamente si son machos o hembras (sin mirar qué es lo que están haciendo, vaya).
La fecundación
Sea el tipo de almeja que sea, cuando llega el momento de la reproducción, antes de la fecundación se tienen que liberar los óvulos y los espermatozoides. Se liberan al exterior, y cada uno que se busque la vida. En las que generan ambos se pueden liberar a la vez, lo que facilita el encuentro, pero en las otras es toda una aventura.
Una vez que se ha producido el encuentro, si la fecundación es exitosa, se formará un embrión que empezará a crecer y pasar por varias fases de metamorfosis (larva trocófora y larva velígera, por si alguien tiene curiosidad) y después se formará un “juvenil”, que ya se parece remotamente a una almeja. Eso es lo que en mi pueblo llamamos “simiente”, por ser la semilla que dará lugar a unas buenas almejas a la marinera.
En la vida real la reproducción de las almejas es menos arriesgada
El caso es que si tuviésemos que esperar a que todo esto ocurriese de forma natural, ni de milagro tendríamos almejas suficientes para todas las comidas familiares. Y mucho menos para la Fiesta de la Almeja. Dado que hay mucha gente cuyo sustento depende del marisqueo de almejas, lo que se hace es… criarlas. En unos tanques se liberan los espermatozoides y los óvulos, en un ambiente perfectamente favorable se forma un embrión. Y se las cuida bien para que lleguen a juveniles. Una vez que tenemos unas microalmejitas con posibilidades de sobrevivir, lo que se hace es empaquetarlas y mandarlas al mundo real. Eso es lo que se siembra en las zonas en las que se crían (sí, se siembra, por eso lo de semilla). Ahí, en la arena, se deja que crezcan mientras se reza para que no haya tormentas que traigan demasiada agua dulce. Cuando han alcanzado una talla mínima, se extraen, se venden, y a la mesa.
Como última curiosidad, para aquellos que estén en shock tras descubrir que las almejas que se van a comer dentro de unos días han sido “criadas en cautividad” os diré también que las almejas que van a la cazuela son todavía crías. Una almeja podría vivir decenas de años, pero las recogemos muchísimo antes, cuando alcanzan la talla mínima legal. Pensadlo… ¿Realmente os queréis comer esas crías? ¿Os parece bonito? Que yo no os voy a juzgar. Pero a lo mejor si unos cuantos os lo pensáis dos veces baja el precio y al resto no nos cuestan un ojo de la cara.
Y ahora ya os lo digo en serio. Disfrutad de la comida, pero tened presente qué es lo que coméis y hacedlo con mesura. Mantener el sustento de las familias que dependen del marisco está bien, pero abusar de lo que nos puede dar la tierra o el mar puede ser peligroso. Que el consumo sea ocasional. ¡Pensad en las almejitas!
Como no os voy a pedir almejas, si queréis invitarme a un café, podéis hacerlo aquí:
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