Hoy os traigo una historia un poquito más larga, que habla del tratamiento, o la falta de tratamiento, del dolor en Europa, así como de la percepción que tenemos. Es un análisis de una encuesta que se hizo hace ya unos años y que debería hacernos reflexionar. Voy a ir hablando de los datos europeos, pero destacando también algunos puntos que me han llamado la atención de España, a ver si pensamos un poquito a ver qué está pasando con el dolor.
El planteamiento del estudio
En este estudio se llevó a cabo una gran encuesta en la que participaron personas de 15 países europeos y de Israel. A partir de ahora vamos a decir que son europeos para no liarnos, pero eso, que también había gente de Israel contestando. El objetivo con la encuesta era analizar la prevalencia del dolor crónico y juntar las opiniones respecto a la percepción del dolor, el impacto en la vida de las personas que lo sufren y saber si se recibe un tratamiento adecuado.
La encuesta se hizo por teléfono, de una forma digitalizada. Es decir, de esas encuestas que graban y analizan automáticamente las respuestas tras pedirte que respondas si o no, o que des datos en una escala concreta. Dado que es evidente que existe un sesgo si se llama a teléfonos fijos en Europa, y ese sesgo ya existía en el momento en el que se hizo la encuesta, el peso que recibían las respuestas se ponderó teniendo en cuesta si respondía un hombre o una mujer y según el grupo de edad al que pertenecía. También se ponderó en función del país, ya que el grado de respuesta no era el mismo.
Quién dice tener más o menos dolor
De media, un 19% de los europeos habían sufrido dolor moderado o severo que había durado al menos seis meses. Pero aunque eso sea la media, la realidad es que los resultados varían mucho entre países, entre el 12 y el 30%. Incluso dentro de los países existe una gran variación, como la que se observa entre el norte y el sur de Italia que varía hasta un 10%. Y os preguntaréis qué países son los extremos… pues el 30% de personas que dicen sufrir dolor el Noruega, y el de solo un 12% es España.
Analizando las características de la población que contestó a la encuesta, se ve que las mujeres sufrimos un poquito más, ya que el 56% de las personas con dolor eran mujeres (frente al 52% de la población general). Pero esto no es igual en todos los países, ya que por ejemplo en Irlanda y Países Bajos las mujeres eran el 60% y en España el 52%. Respecto a la edad, parece que los de 41 a 60 son los más sufridores. En España la media de edad es de 50,7 años.
Curiosamente, la duración del dolor crónico intenso también era sustancialmente diferente entre países. En España es de 9,1 años, solo superado por Finlandia con 9,6; mientras que en el extremo contrario tenemos a Irlanda con 4,9 años.
¿Qué nos duele?
En general, lo que más nos duele en Europa es la espalda, y más concretamente el típico lumbago. Eso sí, seguido muy de cerca por las rodillas y la cabeza. La causa más común es la artritis, cosa que no sorprende a nadie. Y una de las cosas más curiosas a destacar es la percepción del dolor y cuando pasa a ser intenso. Mientras que en Países Bajos solo el 18% de personas con dolor decían que era dolor intenso; en España la mitad de los que decían tener dolor lo tenían intenso. ¿Significa esto que percibimos el dolor como más intenso en España? No, porque de media tenemos la misma incidencia de dolor intenso que en el resto de Europa. La realidad es que quitamos importancia al dolor más leve, y solamente lo consideramos cuando ya es relativamente intenso.
Cuando algo nos duele nos dificulta diferentes actividades de la vida. Uno de los puntos críticos es el sueño, ya que la mitad de los europeos con dolor dice tener problemas para dormir. Si hablamos de impedimento total, un 32% no son capaces de trabajar fuera de casa. De media, perdieron 7,8 días de trabajo en los últimos seis meses por culpa del dolor. Por supuesto, volvemos a tener grandes diferencias entre países… Las personas con dolor en Finlandia pierden de media 19,8 días de trabajo (en seis meses), mientras que los franceses solo pierden 5. España se queda cerca de la media, con 8,4 días. Eso lleva a que en algunos países sea frecuente que existan cambios de trabajo (o al menos de responsabilidades en el puesto), como por ejemplo en Italia o Noruega, mientras que en España o Francia es menos frecuente.
Algo muy muy importante: España tiene la tasa de depresión más alta entre las personas con dolor crónico, llegando al 29%. En el extremo contrario tenemos a Dinamarca, con un 11%.
El tratamiento del dolor es (casi) un mito
En general vamos al médico cuando tenemos dolor, ya que el 69% de los europeos con dolor son tratados, pero no siempre (ni mucho menos) por un especialista. Los que más van a un especialista en dolor son los italianos (43%) y los que menos los noruegos (8%). En España estamos por encima de la media, con un 27%. Eso sí, lo de la escala del dolor es algo mayoritariamente desconocido para todos los países participantes, ya que solo en Finlandia se alcanza un 20% de personas clasificadas en dicha escala y el resto estamos por debajo.
Lo de los tratamientos es otro mundo. De media, el 69% de los europeos con dolor están siendo tratados. Pero la forma de tratarse puede ser… variada. En Finlandia, por ejemplo, hasta el 91% se tratan con “terapias que no implican medicamentos”. En el extremo contrario tenemos a España, con el 56%. Por ejemplo, si hablamos de acupuntura, el 41% de los suecos con dolor crónico la han usado, mientras que en España solo el 6%. Nos gana Finlandia con un 5%. También es curiosa la diferencia en lo que podemos agrupar en “terapias físicas”. Suecia vuelve a ganar, con un 55%, mientras que en Francia es solo un 2%. En este caso España se vuelve a quedar en un 6%, me pregunto si es el mismo 6%…
¿Qué medicamentos tomamos?
Por supuesto, cuando tomamos medicamentos también tenemos variación. Voy a dar solo los datos de España frente a la media europea y después destacar algún puntillo que me llama la atención especialmente. Si hablamos de AINEs (p. ej. ibuprofeno), en España los consumen el 49% frente al 44% de media. Opioides débiles (p. ej. codeína) el 13% frente al 23%. Paracetamol 8% frente a 18%. Inhibidores de COX-2 2% frente a 6%. Y Opioides fuertes 1% frente a 5%. ¿Algún otro dato llamativo? En Polonia, por ejemplo, el consumo de AINEs sube al 71%. En Reino Unido y Noruega, el de opioides débiles al 50%. Reino Unido también destaca en los opioides fuertes (12%) junto con Irlanda (13%). El consumo de paracetamol destaca en Noruega (45%) y el de inhibidores de COX-2 destaca especialmente en Israel (36%).
Pese a todo esto, el 40% de las personas con dolor no están satisfechas con el tratamiento que han recibido durante la duración del dolor. La mayoría de las personas con dolor no consideran que su dolor se trate de una forma adecuada (58% en España y 64% de media en Europa), y lo que más preocupa son los posibles efectos adversos, junto con la sensación de que el médico se centra en curar la enfermedad de fondo y no del dolor que va asociado. Hay que tener en cuenta que las enfermedades de fondo son bastante variadas y, aunque en general se piensa que el dolor crónico es causado principalmente por un cáncer, la realidad es que solo en el 1% de los casos tenía una relación con el cáncer.
¿Conclusiones?
Tomando todos los datos en conjunto, lo que deberíamos extraer es que personas de diferentes países tenemos diferentes percepciones del dolor y eso debe ser tenido en cuenta. Además, en la mayor parte de los casos el dolor está siendo tratado de forma incorrecta o insuficiente. Dado que en la mayor parte de casos ni siquiera se ha clasificado el dolor en la escala establecida y que en muchos casos no está siendo tratado por un especialista, es evidente que necesitamos mejorar nuestras unidades de dolor.
También es destacable la necesidad de tener en cuenta la salud mental en el tratamiento del dolor, ya que en muchos casos se está viendo afectada y es algo que rara vez se tiene en cuenta. Sin duda, desde el año en el que se hizo este estudio, las cosas han ido cambiando poco a poco, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer. Aunque se ha actualizado parte del estudio posteriormente, no se ha vuelto a hacer con tanto nivel de detalle, por lo que quizá va tocando publicar otro artículo con los mismos datos y comparando si en 15 años la cosa ha mejorado.
Si queréis más datos, podéis encontrar el artículo completo aquí: Survey of chronic pain in Europe: Prevalence, impact on
daily life, and treatment
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