Hoy me toca ir a cenar con mi madre. Es algo horrible. Sé que no lo entenderéis… pero así es la vida.
En mi familia las navidades nunca han sido algo realmente agradable. Si te pones a investigar… te enteras de que todo el mundo se muere en navidad. Parece ser que dos de mis tíos muertos palmaron en fechas navideñas (en teoría, aunque ahora minina y yo no conseguimos recordar mucho del tema), mi abuela a un mes escaso de navidad, hubo familiares marineros desaparecidos en navidad… hasta la madre del novio de mi madre palmó en navidad hace un par de años. Como comprenderéis, esto suele derivar en una paranoia generalizada de “a ver si llegamos a primavera todos vivos”.
Después está el conjunto de la cena… Tengo borroso el pasado. La situación actual es penosa.
Nos juntamos allí los 7 (mi madre, su novio, mi hermana (aka Minina) con marido e hija, y nico y yo). Primero vienen los regalos, según vamos llegando. Lo bueno de los regalos es mi sobrina, que le parece todo alucinante, así sea un muñeco horrible comprado por mi madre.
Luego viene la cena en sí. Primero hay pinchitos (que un ser humano normal no come), y a continuación vienen los mariscos. Haya lo que haya, yo me centro en las almejas a la marinera. Es lo único que no hace que me pase una semana con náuseas… Si eso langostinos. Si hay más, es porque mi madre me ignora cada vez que le digo que no, no queremos nécoras.
Después viene el plato fuerte. Muchas veces a esto ya no llegamos, y yo no se lo recomendaría a nadie… Este año creo que toca pollo. Yo planeo comer almejas a reventar y pasar del pollo. A ver si me sale bien la jugada.
Después vienen los postres, que suelo ignorar porque los postres navideños no me gustan. Es más, casi todo el mundo suele ignorarlos…
¿Y en medio? Con un poco de suerte te puedes abstraer viendo la tele. La conversación es más bien inútil. Los temas son absurdos: el trabajo de mi madre, los cotilleos del pueblo y de la familia… fin. Cualquier intento de hablar sobre mi trabajo carece de sentido. Mis pobres cristalitos!!!
Y después… pues serán las 11 y pico. Y yo estaré intentando huir, porque hace un frío mortal y no tengo ganas de comerme placas de hielo a la vuelta. Que entonces soy yo la que se la pega.
Menos mal que la comida de Navidad suele salir mejor… ahora toca aguantar, que son sólo unas horitas!
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