La vida. La cadena por la que todos estamos conectados. Quizá hemos esperado demasiado para introducir este tema en Érase una vez la vida, pero desde luego, a mi han conseguido enfadarme en los primeros minutos del capítulo.
Empezamos como se empieza siempre hablando de este tema, con el pez grande que se come al pequeño. Aclaramos que a veces animales pequeños se comen a los grandes, y que los humanos comen cualquier cosa. Hasta ahí bien.
Entonces tocamos el tema peliagudo. El “creador” que nos dio el sol que es donde empieza toda la vida. Lo del sol es cierto pero… ¿creador? ¿en serio? Aquí perdieron todo mi respeto.
A continuación nos centramos en el sol, en los fotones. Diciendo que esos fotones del sol son la base de la cadena trófica. Con la energía del sol se generan azúcares en las plantas, las plantas crecen, los animales se las comen, otros animales se los comen… y todo eso.
La cadena de la vida humana: nuestro pasado hambriento
Actualmente los humanos comemos mucho, pero en el pasado no era así. Lo hacemos para cuando vienen las vacas flacas, por decirlo de alguna forma. Antes teníamos depredadores y éramos cazadores-recolectores, lo que era un mal negocio. A veces no consumíamos suficientes vitaminas.
Para poner un ejemplo, nos centramos en una historia de falta de vitamina C. Si no consumimos suficiente, empezamos a tener problemas en el flujo sanguíneo que derivan en anemia y fiebre, y nuestro cuerpo no puede generarla. La enfermedad la conocemos como escorbuto, y era común hasta hace no demasiado tiempo.
En la historia, un curandero hace que el enfermo coma frutas y verduras para curarse. Las bayas, por ejemplo, tienen muchas vitaminas, pero fueron muchos años de prueba y error para saber cuales se pueden comer y cuales son mejores. Aprendimos a protegernos, a navegar… y trabajábamos muy duro. Sólo los ricos tenían mucha comida.
La epidemia actual
En la actualidad vivimos en el extremo contrario. Conseguir comida es demasiado fácil, comemos demasiado y nuestro cuerpo no sabe manejarlo. Engordamos. Nos hacemos viejos y nuestras células también. Nuestro cerebro sigue insistiendo en que comamos más de lo necesario por si en el futuro no hay comida suficiente, pero está en nuestras manos buscar un balance e ignorar esos instintos. Pero seguiremos sin duda alterando la cadena de la vida.
Aunque en general el resumen del capítulo es correcto, yo sigo enfadada por meter a un creador en todo esto… ¡con lo fácil que era evitar el tema!
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