Invierte hoy para ahorrar mañana en sanidad

En estos tiempos en los que tanto se habla del gasto (o falta de gasto) en Sanidad, no es un mal momento para recordar que la salud es una de esas cosas en las que hay que invertir hoy para ahorrar mañana. Todos hemos escuchado eso de que debes cuidarte y evitar el sedentarismo para no arrepentirte en tu vejez, si es que llegas tan lejos pero… ¿y a nivel económico general? Pues ahí también hay unos cuantos aspectos en los que vale la pena recordar eso de “invierte hoy para ahorrar mañana”, que algunos parecen no entender bien. Voy a dar un par de ejemplos puntuales, hay muchos más, pero para que veamos por qué vale la pena invertir en una sanidad decente y para todos.

Vacunas y enfermedades transmisibles

Las vacunas son el ejemplo más tradicional de cómo un gasto hoy ahorra en sanidad muchos gastos mañana. También permite mejorar la calidad de vida y esas cosas, pero aquí estamos hablando de dinero de forma fría. Si existe una enfermedad que se transmite de humano a humano, como por ejemplo el sarampión, el gasto que supone vacunar a toda la población es mucho más bajo que el gasto que supone tratar a la población cuando enferma.

Eso implica vacunar a toda la población posible, que muchas veces se nos olvida que cualquier persona que está en nuestro territorio cuenta como población vacunable. Aunque sea por puro egoísmo, debemos vacunar a todas las personas inmigrantes, vengan de donde vengan y de la forma que vengan, ya que eso nos ahorrará muchos gastos en el futuro. Y los virus vienen del norte y del sur, y tampoco miran la cuenta bancaria de la persona.

Aunque seguramente muchos leáis en el párrafo anterior que hay que vacunar a los que saltan una valla, me gustaría recordar en este punto que muchos de nuestros vecinos del norte (del norte de España, pero también de América) tienen menos vacunas, o vacunas distintas. Por eso el esfuerzo es necesario a todos los niveles, incluso con los futbolistas multimillonarios.

Imagen de una pila de pastillas de colorines
Pastillas las mínimas… pero a tiempo.

Los tratamientos tempranos, la forma menos visible de ahorrar en sanidad

Hemos escuchado muchas veces hablar de la importancia de la Atención Temprana, pero yo ahora no me refería a eso (aunque entra en el mismo saco). Cada vez que tenemos una enfermedad, la que sea, cuanto antes se trate más barato será el tratamiento, incluso en enfermedades que no tienen cura. Esto no implica necesariamente utilizar medicamentos antes de que sea necesario, implica tratar. Por ejemplo, una persona que tenga la tensión alta, si empieza a tomar medidas antes de que sea una clara hipertensión, puede retrasar esa hipertensión, o que nunca llegue a ocurrir, o que necesite menos tratamiento del que habría necesitado. Eso también es una forma de ahorrar en sanidad, un poco contraintuitiva.

El problema para ese tipo de medidas es que requiere una gran inversión en Atención Primaria, ya que en muchos casos el médico de primaria será el que se enfrente al problema incipiente. Y también requiere más personal de especialidades en los centros de salud. En este aspecto hay dos piezas clave que yo echo en falta: nutricionistas y psicólogos. Un (o una) nutricionista puede ayudarnos a mejorar nuestra alimentación, lo que puede ayudarnos a evitar problemas a largo plazo, o a minimizar problemas ya presentes. Vamos, que muerte a las dietas fotocopiadas “para el colesterol”. Una buena atención psicológica, por otra parte, ahorraría en muchos casos gastos posteriores, aunque algunos consideren que sale más barato dar una pastillita que contratar a alguien. A la larga os aseguro que no.

Los sistemas de vigilancia

Aquí podemos hablar de los sistemas de vigilancia epidemiológica, que funcionan mucho mejor de lo que normalmente se dice, pero que tienen margen de mejora. Pero también podemos hablar de los sistemas que generan las alertas alimentarias y de cosméticos. Aunque normalmente no les prestamos especial atención a no ser que salten a las noticias casos graves, como ocurrió hace un par de años con la carne mechada, la realidad es que están ahí y frecuentemente aparecen noticias sobre otros muchos alimentos (y cosméticos) que se retiran discretamente del mercado sin que llegue a ocurrir nada, y otros muchos que no llegan al mercado.

Esos sistemas funcionan, están en la sombra, y aunque suponen un gasto, ese gasto es absurdamente bajo comparado con lo que supondría no tenerlos. Sí, cada empresa hace sus propios controles y en muchos casos es la propia empresa la que detecta un fallo y el producto no llega al mercado, pero a las empresas hay que vigilarlas, porque no todas lo hacen con suficiente esmero. Y aunque pongan esmero, un segundo control de vez en cuando no viene nada mal. Un buen control nos permite ahorrar en sanidad, porque tenemos menos enfermos.

¿Vale la pena?

Son muchos más los ejemplos posibles, pero estos tres deberían hacernos pensar eso de que es mejor hacer las cosas antes y mantener todo bajo control. Personalmente, yo preferiría gastar en eso que gastar en otras cosas. Y sí, lo que se invierte gastarlo de forma eficiente… pero en cualquier caso es necesario gastar más. Gastar más para que no tengamos que gastar en el futuro. Pensemos que si no hemos tenido algunas enfermedades graves es porque se gastó antes. Algunos (y me incluyo) estamos vivos porque se gastó antes. Vale la pena.

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