Desde el principio de la pandemia, muy al principio, había un secreto a voces del que no se quería hablar demasiado pero que era muy evidente: uno de los factores de riesgo era tener sobrepeso, y no somos conscientes de qué es el sobrepeso. Quizá por eso se comentaba menos, o se hacían estudios muy limitados a la obesidad. En sí, hace ya muchos meses que se puso un número, cuando se publicó un estudio que relacionaba directamente un IMC (Índice de masa corporal) de 30 o superior con un riesgo de que si tenías Covid la cosa acabase mal.
Grandes estudios para obtener conclusiones: IMC, Covid y mucho más
Uno no engorda y ya está. Solemos tener otros factores asociados, por lo que es muy difícil establecer si existe una correlación. Por poner un ejemplo claro: es más probable que un diabético tenga un IMC superior, por lo cual eso ya son dos factores que van ligados entre sí.
Para poder separar todos los factores y analizar de forma independiente el IMC y saber si existen o no existen correlaciones entre lo que te pase una vez contagiado y el IMC o si hay que tener en cuenta algo más, unos investigadores han hecho un macroestudio con los datos de un montón de gente, teniendo en cuenta tanto su IMC como otra serie de factores que pudiesen afectar. Separaron los datos de aquellos diagnosticados para ver cómo correlacionaba con el riesgo de hospitalización, de UCI y de muerte. El artículo se puede leer aquí: Associations between body-mass index and COVID-19 severity in 6·9 million people in England: a prospective, community-based, cohort study
La temida correlación
Una vez que dejamos fuera otros factores, el riesgo de acabar en una UCI correlaciona linealmente con el IMC, de forma que a mayor IMC, más riesgo. En cambio, el riesgo de hospitalización o muerte correlaciona en forma de J. Y esto tiene cierta lógica, ya que si el IMC es excesivamente bajo es posible que esa persona esté débil. El punto de inflexión es en un IMC de 23-24. El punto a partir del cual el riesgo de morir se incrementa de forma significativa es un IMC de 28.
Además de esta correlación, también se observa que el IMC tiene más peso en el riesgo si se trata de una persona joven, ya que no habrá otros factores con un papel importante. Y también observan una correlación con la raza reportada en algunos casos, de forma que los negros tenían más riesgo de acabar en el hospital que los blancos (aquí es relevante tener en cuenta que hablamos de Reino Unido). Por supuesto, en muchos casos faltaban datos, y la falta de datos a veces correlaciona con peores resultados… quizá porque se presuponía que esa persona estaba sana y no era así.
Qué son esos números de IMC que afectan a la Covid
Resumiendo, según este artículo, a partir de un IMC de 24 la cosa empieza a ir a peor y a partir de 28 nuestro peso nos puede jugar una mala pasada. ¿Ponemos eso en perspectiva? Pero antes recordemos una vez más que correlación no implica causalidad necesariamente, pero si hay correlación, es importante no perderla de vista… por si acaso.
Para una persona que mida 1,60, un IMC de 24 son 61 kilos. De 28 (riesgo) son 72 y de 30 (obesidad y riesgo) son 77 kilos. Si hablamos de una persona de 1,70, ese estándar que tomamos siempre, entonces son 69, 81 y 87. Y para 1,80 son 78, 91 y 98. Por supuesto, esto lo podemos tirar a la basura si la persona tiene más músculo, porque el músculo pesa más que la grasa.
Un estudio que nace desfasado… pero útil
Sabiendo lo que sabemos, un estudio basado en el IMC suena a algo planificado hace mucho. Yo habría esperado que hablase del porcentaje de grasa corporal y no del IMC, pero de eso no se suelen tener datos. Por eso, aunque el IMC sea un valor muy limitado, nos vale. Porque si medimos 1,70 y pesamos 80 kilos, entonces deberíamos pensar si vamos por el camino que queremos, a no ser que esos 80 kilos sean producto de horas haciendo ejercicio.
Pero tampoco vale decirle a alguien “adelgaza que si quieres puedes” porque las cosas no funcionan así. Pero quizá si deberíamos dejar de una vez de decir que “no tenía factores de riesgo” cuando su IMC era de 32 y también deberíamos actuar en consecuencia cuando hablamos del tratamiento. El primer paso no es adelgazar, es saber si podrías necesitarlo y, aunque no lo hagas, ser consciente de ello.
¿Te ha parecido curioso? ¿Conoces a alguien que mantiene que “está como una roca” pero le sobran kilos? ¿O que dice que “no tiene factores de riesgo? ¡Comparte! Y para ayudarme a mantener mi IMC… ¡apóyame! (que no me quiero morir de hambre)
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