No están ahora las cosas como para hablar de modificar vacunas, pero la ciencia sigue avanzando en paralelo. Y aunque por una parte estemos discutiendo si un riesgo es un riesgo real o no, y cuales son los balances beneficio-riesgo, los científicos siguen a su rollo. Y yo vengo hoy aquí de la mutación Erik, pero primero necesitamos contexto…
Una de las temáticas con más artículos en las últimas semanas es la de “qué pasa con las variantes”. Porque más allá de lo que se dice en la prensa generalista, pues realmente hay que poner números de verdad y poder actuar a tiempo con las nuevas variantes. Ya no tan nuevas. Pero vamos, que no queremos lo que decía la otra de un nuevo virus circulando. No queremos volver a la casilla de salida.
La neutralización cruzada
En esa línea de analizar qué ocurre con las nuevas variantes, un grupo de investigadores ha analizado la capacidad de neutralización de virus del suero de pacientes que habían sido infectados. El artículo se ha publicado recientemente en Nature: Escape of SARS-CoV-2 501Y.V2 from neutralization by convalescent plasma
Parte de los resultados presentados coinciden con los que han presentado otros grupos previamente o en paralelo. El suero de la primera ola, de virus WT, neutraliza muy bien los virus WT. Y lo mismo en los de la segunda ola con la variante 501Y.V2, alias B.1.351, alias “sudafricana”. Cuando se cruzan, el suero de la segunda ola funciona decentemente con los virus de la primera, aunque 2.3 veces menos. Pero el suero de la primera ola va más bien mal con los virus de la variante, decayendo 15.1 veces. Eso, traducido, quiere decir que le cuesta un montón neutralizarlos.
Erik, la mutación inesperada… o no
Un detalle que llama especialmente la atención, o al menos la mía, es un suero un poco particular. Entre las muestras que tenían, una del virus “original” de la primera ola presentaba la mutación E484K. Esta mutación se ha venido llamando en ciertos círculos como mutación Erik, para recordar fácilmente el cambio. Es una de las presentes en esa variante sudafricana, pero eso no quiere decir que este suero hubiese sido generado a medio camino. La mutación E484K se había identificado previamente en laboratorios como mutación de escape. Al encontrarse localizada en la zona de unión al receptor, a la famosa ACE2, eso hace que sea un sitio muy susceptible a cambiar. Si esta mutación permite que el virus siga funcionando correctamente, es esperable que en momentos con mucha presión aparezca de forma espontánea. Y recurrente.
Lo curioso del suero obtenido con esta mutación es que neutralizaba de forma eficaz tanto el virus original, el WT, como el virus de la variante. ¿Y? Luego volveremos a ello.

La eficacia de las vacunas ante las variantes
Aunque no toda nuestra inmunidad depende de los anticuerpos que se encuentran en nuestro suero, para varias vacunas se ha analizado su capacidad para evitar infecciones con las variantes y los resultados generan ciertas preocupaciones. Centrándonos en esta variante en particular, sabemos que al menos 3 vacunas reducen su eficacia. Eso no quiere decir que no funcionen, pero en algunos casos el virus consigue infectar. Según los resultados presentados hasta el momento, la reducción es más evidente respecto a los síntomas más leves, mientras que se evitan muertes de una forma similar a con el virus original. Por lo tanto, todo parece indicar que si estás vacunado “te cuesta más” neutralizar el virus, pero no es un todo o nada.
Asumimos que a la larga la solución pasará por nuevas generaciones de vacunas que incluyan las mutaciones de las variantes. Aunque en estos momentos todavía sea pronto para ello, si se selecciona una variante para la que las vacunas sean realmente poco efectivas, llegará el momento de mejorar las vacunas, como se ha hecho con las de otros virus y que tenemos actualmente en el mercado.
Y ahora Erik entra en acción
El caso es que en base a los resultados de este artículo, y aunque en este momento sea muy con pinzas ya que solo disponían de una muestra con estas características, parece que quizá lo mejor no es incorporar todas las mutaciones. Sabemos que los anticuerpos generados en la segunda ola funcionan contra los virus de la primera, aunque con un poco menos de eficacia. Pero según esa muestra puntual, si se usa solo la mutación Erik, mantendríamos la neutralización total de los virus tanto de la primera como de la segunda ola. Y todo con una proteína S quimera.
Quizá ha llegado el momento de investigar en más detalle qué mutaciones de cada variante pueden ser necesarias e intentar crear una superproteína S quimera que permita neutralizarlo todo. O al menos todo lo que conocemos ahora. La ciencia avanza, pero para nuestra desgracia los virus también. Y aparecerán más variantes.
Mi duda en estos momentos es… si supiésemos qué mutaciones funcionan mejor in vitro, ¿cuánto del ensayo clínico tendríamos que repetir? ¿cambiaríamos directamente las vacunas? ¿cuántos meses más esperaremos? ¿será demasiado tarde?
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