Érase una vez… las plaquetas

Si vamos repasando la sangre, teníamos que llegar a las plaquetas. El capítulo comienza con el principio de la vida de las plaquetas, que se generan en la médula ósea. Cuando se forman, van a la sangre, y allí parecen un poco perdidas. Las plaquetas tienen cuatro brazos, que luego sabremos que les permiten agarrarse entre ellas. Según se van haciendo viejas, además, las plaquetas van disminuyendo su tamaño. Se dice que su papel es el de los ingenieros, que son los responsables de la correcta circulación sanguínea (cosa que, más o menos, es cierta).

Cuando hay un problema en alguna pared de un vaso sanguíneo, las plaquetas se apilan allí y lo arreglan, permitiendo que el flujo continúe. Eso sí, se insiste mucho que el daño es por culpa de las grasas.

Como en cada capítulo, tenemos nuestro ataque de virus de rigor, que son rápidamente neutralizados por los anticuerpos. Pero los anticuerpos no siempre son buenos… una de las plaquetas ancianas cuenta a las jóvenes una historia de una vida previa, en la que los anticuerpos estaban atacando a las plaquetas, pero por suerte un médico muy listo encontró el problema e inyectó unas plaquetas que pudieron acabar con los anticuerpos (sinceramente, no consigo saber a qué tratamiento se refiere exactamente).

Nos enseñan las plaquetas en acción, que están arreglando un desperfecto. Pero también nos enseñan que la cosa se puede descontrolar y los vaqueros que las atan en su sitio están atando también glóbulos rojos y bloqueando el paso. Por suerte, las prostaglandinas van al rescate, rompiendo las fibras y liberando el coágulo.

En una de esas escenas en las que vemos el exterior, vemos que los niños están jugando con unos arcos, y Pedro decide hacer unas flechas. Pese a la insistencia de la madre con que no juegue con cuchillos, se masca la tragedia… y claro, se corta, con un cuchillo que tiene de todo. Bacterias!

De vuelta en el interior del cuerpo vemos que se ha producido un corte y el río de salida de sangre. Esto es algo que no entiendo, porque generalmente van andando sin más, pero cuando hay un corte se ve líquido (dónde está el resto del tiempo?). Ahí las plaquetas tienen la tarea de su vida: arreglar el corte. Aunque la heparina intenta arruinarlo todo, el desaguisado se arregla y se construyen nuevos puentes para cerrar la herida. Eso sí, como habían entrado bacterias, a la vez tienen que entrar en acción los linfocitos con toda la artillería, para deshacerse de las bacterias.

Para acabar el capítulo volvemos a salir del cuerpo, y vemos que Pedro tiene pus en su herida, que su madre le comunica que es por la acción de los glóbulos blancos contra la infección.

A estas alturas yo sigo esperando que se explique qué pasa cuando no se tienen anticuerpos, y ésta habría sido una oportunidad maravillosa para enseñar cómo funciona la vacuna del tétanos, que además era algo muy relevante en la época en la que se hizo la serie. Pero la semana que viene veremos el corazón, a ver cómo vamos cerrando este ciclo de la sangre.


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