Érase una vez… la piel

La piel, el órgano más complejo del cuerpo humano. O al menos así lo describen algunos. Ese va a ser el tema que nos ocupe en este capítulo 13 de Érase una vez la vida, justo a la mitad de la serie.

La estructura de la piel

Nuestra piel está formada por varias capas. Las células de la epidermis, la capa más externa, se renuevan cada 20 días. Vamos a ir viendo las diferentes estructuras con nuestros ya colegas los glóbulos rojos, que están llevando oxígeno a los capilares que llegan a la piel.

Allí se encuentran a los melanocitos, que aunque pueden parecer unos vagos (vagas, concretamente), desempeñan una función fundamental. Se vuelven marrones al exponerse al sol (por eso nos bronceamos) y además crean la vitamina D.

Cuando dejan la epidermis se van a la dermis, en la que se encuentran muchas células sensoriales. Hay nervios, y especialmente en las manos tenemos muchos. Las terminaciones de esos nervios detectan pequeñas diferencias en el exterior. La epidermis es muy fina en los dedos, por eso con ellos notamos “más”. Esos nervios también se encargan de ponernos la piel de gallina y de sentir el frío.

Los jardines de Italia de la piel

Como muchas partes de la piel fueron descubiertas por italianos, el profesor dice que se encuentran en los jardines de Italia. Allí hay muchos corpúsculos. Pasan a la hipodermis, en la que hay grasa que se para la piel de los músculos (y los protege). También se encuentran una glándula de sudor, y es que tenemos más de 3 millones! Nos ayudan a regular la temperatura corporal.

La infección nuestra de cada capítulo

Hay un pelo que se mueve de una forma extraña, y es que un mosquito está en la piel. Pica y quita sangre, y a la vez inyecta antígenos (bueno, inyecta anticoagulantes, pero vale). Los anticuerpos reconocen esos antígenos como de Anopheles (es un tipo de mosquito, transmite malaria).

Es fundamental evitar una reacción alérgica, pero hay que liberar histamina para luchar contra esa entrada, mientras las plaquetas intentan arreglar el agujero de la picadura. Por suerte lo controlan y sólo se produce una pequeña inflamación… pero el chico se rasca y queda suficiente hueco al haberse arrancado células para que entren bacterias. Los anticuerpos intentan eliminarlas, pero no parece ser suficiente.

La metedura de pata

Como con los anticuerpos no es suficiente, hay que ayudar. Por eso la madre del chaval limpia la herida con agua oxigenada diciendo que es desinfectante. Noooo! Aunque en los 80 ésta era una teoría más que aceptada, a día de hoy sabemos que el agua oxigenada hace tanto daño a nuestras células expuestas como a las bacterias que pueda haber en la herida. Además, no penetra en la piel. Por eso, en una situación como esa, lo correcto habría sido lavar la herida con agua y jabón (sí, agua y jabón) o utilizar clorhexidina para su desinfección.

Pero eran los 80… por suerte hemos aprendido desde entonces y ya sabemos que lo que escuece, no necesariamente cura.


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Comentarios

Una respuesta a «Érase una vez… la piel»

  1. Avatar de fran

    Que buenos recuerdos, no me la perdía.

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