Las toxinas, los enemigos. En este capítulo de Érase una vez la vida vamos a ver cómo luchar contra ellas. Entran en nuestro cuerpo, por ejemplo, cuando respiramos humo. Y aunque hay un sistema para eliminarlas, algunas se cuelan y pueden llegar al torrente sanguíneo.
Los macrófagos se encargan de eliminar las toxinas, pero no consiguen eliminar todas. Las han definido como “químicos”, pero yo aclararía que “químicos malos”. Lo que sí es cierto es que a veces pueden entrar en las células, y ahí ya no hay macrófago que valga, tienen que actuar antitoxinas, enzimas que las destruyen y evitan que lleguen al núcleo.
Para generar estas enzimas hace falta hierro. En esta parte me he liado muchísimo porque están cortando y pegando ARN y no sé si es que están eliminando intrones o qué, pero con algo se han liado, y eso era para generar las enzimas, a las que hay que añadirles luego el hierro, que lo ponen como una armadura.
Finalmente consigo ver el escudo y ya me entero de qué es. Las enzimas en cuestión son el citocromo P450 que, efectivamente, se ocupa de eliminar cosas tóxicas.
El peligro de las toxinas
Una de las toxinas se nos ha colado en el núcleo y hace un corte en un cromosoma, lo que podría generar un cáncer. Se puede reparar si se hace antes de que la célula se divida, e incluso después, el cuerpo intentará eliminar a las células defectuosas, pero no vamos a llegar tan lejos. Un montón de enzimas van a reparar el daño, mientras P450 sigue fuera eliminando el resto.
Los residuos de las toxinas son enviados a un lisosoma que los digiere y manda los residuos fuera, que irán a la sangre, que se filtrará en el riñón (esta vez de una forma mucho más rápida que en el capítulo dedicado), y después los residuos irán a la orina y al exterior.
Como es la segunda vez que eliminan orina… vamos a ver ¿qué impide a estos niños utilizar un aseo? ¿por qué van siempre a un árbol? No sé, no sé yo si eso es lo que queremos enseñar a los niños…
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