El racismo en la ciencia existe y es vergonzoso

A principios del mes de marzo una editorial en la revista Science tocaba un tema muy relevante, pero que se destaca rara vez: el racismo en la ciencia. En un mundo en el que se habla mucho de los techos de cristal para las mujeres, se habla sorprendentemente poco de los muros para la población negra. Y todavía menos de los muros para la población de cualquier otro color, independientemente de su color. Porque además de la comparación de su cara con la paleta de colores permitidos al más puro estilo Family Guy, también se tienen en cuenta los apellidos, no vaya a ser que se contrate a alguien que no se debe, y entiéndase todo esto desde el punto de vista del sarcasmo.

Está bien que por fin alguien (con voz en un sitio visible) diga algo, y que recuerde que las ideas de eugenesia estaban ahí hasta anteayer en el mundo científico, por no decir que siguen ancladas en la mente de muchos. Porque el racismo en la ciencia existe, y si lo digo yo desde mi perspectiva de blanca que probablemente no se da cuenta de la mitad, es que es muy evidente. Y escribo sin lenguaje políticamente correcto ni nada porque me parece genial lo que dice mi vecina Ana Peleteiro: ella es negra y todos tenemos un color.

Mi perspectiva a la española

Como no soy ni mucho menos especialista, pero quiero destacar el tema, pues lo que os voy a contar es mi propia experiencia. Dentro de la ciencia española hay racismo, y tenemos niveles como en todo. En casi cualquier centro de investigación se ve una mayoría aplastante de blancos muy blancos, aunque lo que en Estados Unidos llaman “latinos” (así como saco muy general) es algo que se tolera. Se tolera porque muchos vienen con su beca y porque además hablan el mismo idioma. Pero sí me ha llamado la atención que parecen agruparse, lo que siempre me ha hecho pensar que hay grupos de investigación que son mucho más abiertos que otros.

En cambio, para lo que se ve que no somos tan abiertos es para lo de tener científicos negros. Ya se nota en las universidades, en las que mostramos un claro problema de infrarrepresentación frente a la sociedad, pero según avanzamos en eso que se llama carrera investigadora, cada vez la situación es peor. ¿No quieren estudiar ciencias? Lo dudo mucho. Parte del problema es de la sociedad, sin duda, pero al igual que se dice en la editorial de Science, la falta de mentores que los acojan juega un papel muy importante. Y esto es un mensaje también para los profes de primaria y secundaria: si animáis a las mujeres a estudiar ciencias… no se os vayan a olvidar otros grupos que también tienen techos que romper.

Por otra parte, tenemos un número sorprendentemente alto de científicos indios. Muchos, de nuevo, vienen con becas. ¿Será que no queremos pagar un sueldo a gente de fuera? Parece que tampoco se lo queremos pagar a algunos locales, porque todavía no me he encontrado con un musulmán español en un laboratorio en España. Y personas con rasgos asiáticos más bien pocas, ni tan siquiera aquellos que han pasado absolutamente toda su vida en España, así que el idioma no es una barrera.

Mi perspectiva a la europea

El caso es que yo pasé casi más años en la ciencia fuera de España que dentro. En Suiza me encontré una situación más extrema. Y además soy perfectamente consciente de que esa situación me hizo pensar qué era lo que ocurría en España. Y lo que recordé no me gustaba.

Yo investigaba en una ciudad supuestamente muy internacional. Muy internacional, pero estratificada en función del origen, como viví en mis propias carnes. Allí los españoles éramos latinos e íbamos en el mismo saco que los latinoamericanos, y también que los italianos o los griegos. Los italianos un poco menos por ser vecinos, pero el resto éramos gente de segunda, que venía de países pobres y que, a sus ojos, haríamos ciencia de segunda. Se nos contrataba porque se sabe que un español lo aguanta todo y saca recursos de debajo de las piedras, pero siempre con cierta condescendencia.

Dada esa situación, ni qué decir que en una ciudad en la que el porcentaje de musulmanes es alto, en las universidades pasaba a ser sorprendentemente bajo. Y por supuesto, cero gestos para respetar su religión, pese a que sí había gestos de respeto hacia los cristianos. En la misma línea, los estudiantes negros no existían. En 7 años dando clase allí tuve un estudiante negro, uno. ¿Y sabéis por qué me acuerdo perfectamente? Porque jamás me habían hecho una advertencia sobre un estudiante que podría tener problemas con el idioma o la comprensión hasta ese día. Creo que fue uno de los momentos en los que pasé más vergüenza ajena allí. Y es que, de nuevo, el racismo en la ciencia era muy evidente.

¿Cuál de las tres manos es de un científico?

Los comentarios… el racismo en la ciencia existe

El caso es que quizá podríamos pensar que bueno, la situación se normalizará porque la integración blablabla… pero yo tengo mis dudas. Tengo mis dudas porque jóvenes científicos me han hecho comentarios como “es que los que vienen del este tienen menos conocimientos” (del este de Europa). O “si no hay negros en la universidad es porque no pueden estudiar algo difícil”. O el “llevamos años de ventaja en la educación y es normal que les cueste” (comparando blancos y negros nacidos en el mismo país)… y otros muchos comentarios que me enfadan solo de recordarlos. El racismo en la ciencia existe y está en la boca de los investigadores. Incluso de aquellos que estarán contratando a gente los próximos 30 años, y así no vamos a cambiar nada.

Quizá ahora que tenemos un poquito más claro que una mujer puede hacer ciencia igual que un hombre también tendríamos que plantearnos que si los cromosomas no nos hacen mejores o peores, el color de la piel tampoco tiene importancia. Al final va a ser cierto que quizá tenemos que empezar a llamar a las cosas por su nombre. Pero también tenemos que dejar de destacar obviedades. Para este post he buscado imágenes de científicos. Sólo he encontrado no-blancos en dibujos si quería que fuesen imágenes de uso libre. Lo que enseñamos es lo que tenemos…

Iba a decir que nadie te contrata por tu color de ojos, pero lamentablemente me da que en algunos sitios es así. Ojalá empecemos a valorar a la gente por lo que vale y no por su aspecto, sea el que sea. Y ojalá empecemos a igualar las cosas para todos, que va tocando. Al menos, que alguien diga en una revista como Science que el racismo en la ciencia existe y es un problema, ya es todo un paso. Que no quede en papel mojado.

El enlace a la editorial de Science: Dismantle racism in science

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