El Mediterráneo quema, y eso es un problema

Yo no nací en el Mediterráneo, nací en el Atlántico, y por ello para mi el Mediterráneo ha sido siempre caldo. Me da igual que me digan que no es así en todas partes, en el fondo es mentira, el Mediterráneo está caliente se mire como se mire, pero últimamente quema más de lo normal.

Hace cosa de una semana, Mario Picazo montó cierto revuelo por el siguiente tweet:

El tweet resume muy bien la situación, pero como Twitter tiene los caracteres limitados y este blog no, pues vamos a explicar un poco la situación. Con las temperaturas extremas que estamos viviendo hace calor, eso no vamos a ponerlo en duda. Incluso las bajadas de la semana pasada nos han dejado con temperaturas todavía altas en la mayor parte de la península ibérica, y debería empezar a preocuparnos que consideremos que 37 grados es que “hoy hace más fresco”, como escuché yo decir hace unos días.

El calor calienta la tierra, pero también calienta el mar. En el océano el efecto se diluye más, por eso de la cantidad de agua y las corrientes y esas cosas, pero en un mar como es el Mediterráneo, la temperatura aumenta. Cuando la temperatura del mar aumenta, es más fácil que se formen grandes tormentas. Como el mismo Mario explica, el agua caliente no es suficiente, pero una DANA puede resultar catastrófica si el mar está caliente.

Resumiendo, si el mar está muy caliente aumenta mucho la posibilidad de que lleguen lluvias torrenciales en otoño o incluso antes. Eso, si lo sumamos a la cantidad de terreno quemado fácilmente erosionable, es sinónimo de inundaciones incluso en zonas en las que no esperaríamos una inundación. Y estamos hablando de que el Mediterráneo ha alcanzado en algunas zonas más de 5 grados por encima de lo habitual, llegando incluso a rozar los 30 grados.

Sitios a visitar antes de que nos los carguemos…

Además de lluvias, muertes

Aunque Mario se centraba en el efecto meteorológico, que para algo es su profesión, también tenemos que destacar (y se destaca en las respuestas al tweet inicial) el efecto sobre el ecosistema. Si la temperatura del agua cambia, los seres vivos que en ella viven se ven alterados. Para algunos la temperatura es excesivamente alta y tendrán problemas para seguir viviendo. Para otros, una temperatura más alta es ideal. Eso favorecerá la proliferación de ciertas especies que pueden generar grandes daños. Un afloramiento de algas fuera de lo normal deja a otras muchas especies acceso al oxígeno y a la luz que son imprescindibles para su vida. Porque aunque estén en el mar, también necesitan oxígeno, sí.

Este es el futuro que nos espera, en el que el Mediterráneo estará más caliente y la vida ya no será igual. Y eso nos generará problemas en el mar, además de los problemas en tierra por las lluvias asociadas. Esto es lo que tenemos que evitar. Cada décima de grado cuenta, cada centésima y cada milésima. Y por eso cada cambio cuenta.

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