Hay cosas… que si no las viviese no me las creía.
Ayer a la noche (cosa de la una) volvía yo para mi casita. Al poco de salir de casa de la Minina, en un punto habitual de control, vi lucecitas verdes.
– Mierda, control de alcoholemia… si ya lo veía venir yo…
Un aceituno de estos (la gente dice que son de la DGT) me señala con un chirimbolito de estos amarillos que me arrime a un lado de la carretera. Bajo sutilmente la música y me arrimo allí, bajo la ventanilla y pongo cara de “me está jodiendo a dios esto de soplar”.
– Buenas noches, estamos haciendo un control de alcoholemia.
-Aham, ya. (yo ya estaba empezando aquí a tomar aire para no quedar sin pulmones como la última vez)
-¿Ha bebido usted algo de alcohol?
-No, nada.
-¿Sólo Coca-cola?
-Ja ja ja, algo así… (y a ti que coño te importa lo que yo beba ¬¬)
-Muy bien, puede continuar entonces.
-Muy bien, gracias (ya está, me crees y punto¿? ¿y lo de soplar?
Por supuesto, yo seguí circulando y punto… tampoco vamos a protestar. ¿Llevo tatuado en la frente que soy una persona sana? ¿Le asustaría mi ¬¬? ¿Pareceré una persona respetable y adulta que no bebe? (vale, esta última va a ser que no).
Jamás me había ocurrido algo así. Llevaba la L de nico tirada, podía llevar un coche robado, conducir sin carnet, ir puesta de coca, borracha, sabe dios que más… pero el aceituno creía en mi palabra. Voy a tener que apuntarme un +20 a persuasión, no era consciente de que tenía tales poderes… 🙂
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