Ahora que las mascarillas ya no son obligatorias, según vaya decayendo el uso, iremos recordando la existencia de problemas respiratorios varios. Hablaba hace unos días de las alergias, hablaré de otros virus respiratorios. Pero hoy quería hablar sobre una enfermedad que no ha desaparecido durante la pandemia: el asma.
El asma es más frecuente de lo que creemos
Hace unas semanas me encontré con un dato que me llamó muchísimo la atención: la mayor parte de los casos de asma nunca se han diagnosticado. Solo cuando se hacen revisiones periódicas se identifican una serie de síntomas que hacen dudar, y después se hacen pruebas específicas. Porque cuando una persona decide ir al médico por sus síntomas, generalmente ya se trata de un estadío más avanzado.
Se estima que, así muy a ojo, el 5% de la población mundial es asmática. Se sabe que es más frecuente en niños, aunque esto también puede notarse más porque se preste más atención a los síntomas en esas edades. Hay países en los que un tercio de los niños y hasta un quinto de los adultos son asmáticos, y cada vez vamos a peor.
Cada vez más
Por otra parte, cada vez hay más casos de asma. Esto se debe a la exposición cada vez más frecuente a factores que desencadenan los ataques de asma. Estamos hablando de sustancias químicas varias, pero principalmente de aquellas que englobamos en la contaminación ambiental. El aire es menos limpio y eso nos está pasando factura, especialmente a los niños.
Durante los confinamientos esto permitió que algunas personas tuviesen menos exacerbaciones, porque al salir menos de casa y al haber menos tráfico, se exponían menos. Además, aunque no parecían ponerse de acuerdo con el papel de la mascarilla, en muchos casos las mascarillas evitaban la entrada de sustancias que podrían haber incrementado la irritación.

Lo de las exacerbaciones
Normalmente lo llamamos ataque de asma, pero eso también lo asociamos al momento en el que hay una clara falta de aire, y la realidad es que en muchos casos se puede quedar en una situación intermedia, en la que hay picor, inflamación y problemas para respirar, pero sin llegar a quedarse sin aire. Y es que antes de llegar a ese punto se debería recurrir a un inhalador de rescate.
Los tratamientos han ido cambiando durante los últimos años, y mejorando mucho. Cada vez se busca más que la persona asmática utilice un tratamiento de mantenimiento, que evite en la medida de lo posible la reacción, y que recurra solo al rescate cuando no haya otra opción. Por suerte, ahora hay tratamientos “todo en uno” que facilitan la vida.
Tipos y riesgos
Uno no nace asmático y ya. En sí, ni siquiera se tiene siempre asma de forma continua, aunque una vez que se es asmático, la cosa está ahí. El tipo de asma que más conocemos es el relacionado con el esfuerzo físico, porque todos hemos conocido a alguien que le da el ataque al correr, pero hay otras opciones. También es bastante conocida la variedad alérgica y la estacional, porque aparecen en momentos concretos del año, y el resto del tiempo desaparecen. Pero también puede estar exclusivamente relacionada con un tipo de trabajo, o puede ser “caótica”, lo que ya nos indica que cada uno ya intentará saber qué la desencadena, si es que hay algo. Por último, la que a mí me genera más preocupación, la que genera exacerbaciones nocturnas… lo que a mí me preocuparía mucho y haría que no se me olvidase jamás la medicación, aunque suele darse justamente en pacientes mal controlados.
El caso es que aunque las exacerbaciones aparezcan en situaciones diferentes, también hay diferentes factores que pueden ayudar a dar el golpecito para que te conviertas en asmático. Por una parte están los factores genéticos, y esos no se pueden cambiar. De los ambientales… no todos podemos cambiarlos tampoco. Podemos limitar el estrés, la exposición a algunos microorganismos o medicamentos, y también la exposición al humo de tabaco. En cambio, no podemos controlar demasiado bien las infecciones que pasamos (aunque sí hacer lo posible por limitarlas), ni podemos limitar demasiado la exposición a aire contaminado, aunque podemos poner nuestro granito de arena para que mejore y también para exponernos al aire más puro posible y evitar la exposición a alérgenos (el típico polen y los odiados ácaros).
¿Cómo será el asma del futuro?
Si seguimos con la tendencia actual, en pocos años habrá países en los que cerca de la mitad de la población tendrá síntomas compatibles con el asma, diagnosticada o no. Hay cosas que dependen de cada persona, pero otras dependen de todos. Si no queremos que la próxima generación tenga que vivir con un inhalador en el bolsillo, ayudemos a que el aire sea un poquito más puro.
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