El análisis de aguas para prevenir, un arma de doble filo

En las últimas semanas, especialmente en la última, se ha dado bastante bombo al sistema de análisis de aguas residuales de Madrid por parte de Canal Isabel II. En sí es bastante llamativo porque nos demuestra una vez más que para las noticias, en muchas ocasiones, el resto del país pasa a un segundo plano.

Este tipo de análisis, hacer PCR en muestras de aguas residuales para determinar cual es la concentración de virus presente y poder determinar si la incidencia está subiendo o bajando, no es algo nuevo. Si nos vamos atrás en el tiempo, creo que los primeros resultados que se hicieron públicos vienen de mayo de 2020, como por ejemplo este trabajo sobre las aguas de París. Pero realmente se había empezado antes, y por ejemplo en el caso del área de A Coruña por esas fechas ya se estaban analizando datos. Desde luego, Canal tampoco empezó ayer, pero sí hace relativamente poco que sus datos son más abiertos y que la población es consciente de las subidas y bajadas.

¿Cómo se hacen los análisis de aguas?

La verdad es que se realizan tantos análisis similares para hacer seguimiento de otras cosas que implementar el análisis de presencia de ARN de coronavirus es muy sencillo. En este caso el análisis esperable es una RT-PCR, aunque no es la única opción posible y se puede optar por otros métodos, eso sí, con amplificación. Es necesaria la amplificación de la señal porque queremos creer que partimos de cantidades de coronavirus muy bajas. Aunque en algunos casos se adaptó una prueba propia, en estos momentos hay kits disponibles para el análisis.

Además, de forma muy reciente la Comisión Europea empezó a recomendar el análisis de aguas residuales para poder estimar la incidencia de la Covid-19, algo que va muy en línea con lo que puede ser una adaptación a una nueva normalidad (ahora sí) en la que quizá se escapen casos del registro cuando se hagan autotests en casa. Por supuesto nuestro objetivo debería ser que el análisis de aguas sea un complemento y que no sustituya otras cosas, pero no podemos ignorar que es mucho más asequible y podría ayudar a orientar otras acciones.

Para el análisis se toman muestras en puntos concretos de los colectores y se presupone que la cantidad de virus presente por litro de agua sea proporcional a la incidencia en la población. Cuando nos contagiamos parte de nuestros virus vamos a soltarlos al respirar y toser, pero también nos vamos a tragar una parte. Si pensamos en los virus que pueden ser “lavados” de nuestro cuerpo y los que puedan ir en heces, asumiendo que de una persona sale más o menos la misma cantidad de virus durante un día al agua, podemos hacer una estimación aproximada de la incidencia sabiendo la cantidad de virus que hay en el agua.

El agua no supone un peligro

Quiero aclarar este apartado porque genera dudas. Cuando el virus deja nuestro cuerpo y va a aguas residuales, generalmente lo hace en una forma inactiva. Las partículas activas, capaces de infectar, son las que salen de nuestra nariz y boca en forma de gotitas más o menos grandes (sí, incluyendo aerosoles). Esos virus activos duran un tiempo con capacidad para infectar a otra persona, pero cuando llegan a las aguas residuales ya no son infectivos. Es posible que ocasionalmente un virus llegue activo al agua y que pudiese infectar a otra persona, pero hablamos de cantidades tan bajas que no serían suficientes para iniciar una infección, al menos en un mundo en el que tratamos el agua. Si nos queremos preocupar por lo que soltamos a las aguas residuales, hay otros muchos virus y bacterias que deberían preocuparnos más.

Pero que un virus no esté activo no quiere decir que no esté, porque al inactivas no se volatiliza. Queda lo que podríamos llamar el cadáver del virus. Es lo que se va por el lavabo, por ejemplo, cuando lavamos nuestras manos llenas de virus con agua y jabón. Están rotos, pero están. Y si hacemos una PCR, podremos detectar su material genético.

El agua de un día enseña lo de ese día

El problema que veo con la interpretación que se está realizando de los datos del Canal Isabel II es que no se está teniendo en cuenta de dónde viene el virus. Y me refiero a la interpretación que se realiza por parte de los medios de los datos en bruto, porque hasta el momento no me consta que hayan publicado un análisis detallado de los resultados que obtienen. Sí es cierto que un incremento en el municipio de Madrid o en toda la Comunidad puede correlacionar con un aumento en la incidencia, pero hay que tener mucho más cuidado con la interpretación de resultados de los municipios más pequeños, porque la gente se mueve, al menos se mueve cuando dejas que se muevan.

Gotas de agua
Lo que tal puede decir el agua…

Si un área concreta tiene un cierre perimetral, los resultados se corresponderán a la gente que hace su vida ahí. Y pese a ello, habrá ciertas excepciones, porque hay que tener en cuenta que mucha gente se desplaza todos los días a núcleos urbanos desde barrios o ciudades dormitorio para trabajar. Así, si no se identifican asintomáticos y se les pide que se queden en casa, sus virus serán contabilizados también en su lugar de trabajo. Esto por ejemplo se ve con la subida de casos en municipios como Torrelodones, que si separásemos entre día y noche, veríamos que sube fundamentalmente por la noche.

Los extraños resultados…

Lo que se observa en la Comunidad de Madrid, en el análisis de sus aguas, es un reflejo de lo que hacen los madrileños. Según se han ido abriendo pequeños municipios más alejados, ha ido subiendo el registro en sus aguas, pese a que el número de casos identificados en sus habitantes no parece explicar esa subida.

Y así podemos ver qué es lo que están haciendo los madrileños, aunque la verdad es que no es necesario mirar el agua, sólo hay que ver las fotos en Instagram cada fin de semana, o visitar algunos municipios. Vemos una subida en municipios como Buitrago de Lozoya que difícilmente se explica con los casos que hay, o casos todavía más extremos como el de Bustarviejo. Mientras que en el ayuntamiento de Madrid ese análisis de aguas sí da una imagen actual de la incidencia, en estos casos parece estar dándonos una imagen de lo que podría ocurrir.

¿Qué hacemos el finde?

¿Por qué? Porque si nos desplazamos a estos municipios durante los fines de semana, y claramente lo hacemos, los asintomáticos dejarán sus virus en sus aguas residuales si, por ejemplo, comen en un restaurante. Y digo los asintomáticos porque voy a asumir que nadie es tan imbécil como para irse con síntomas.

Si se han tomado medidas adecuadas, se registrará esa subida correspondiente al fin de semana y poco más. Pero si no es el caso, se puede actuar como foco iniciador de un brote en ese pueblo y que esa subida en las aguas residuales sea una advertencia de la subida de casos que está por venir. Eso es lo que parece que ha ocurrido recientemente en El Berrueco, en el que se observó la subida en aguas residuales antes de detectarse los casos. Recordemos, en cualquier caso, que en municipios muy pequeños la incidencia varía muy rápido, porque 6 casos te ponen en una incidencia por las nubes si tienes poco más de mil habitantes.

¿Cómo tenerlo en cuenta?

Claramente hay que tener en cuenta cómo se mueven las personas para poder hacer interpretaciones de los análisis de aguas residuales, y espero que se esté teniendo en cuenta. Me gustaría pensar que se va a utilizar también de cara a controlar la afluencia de gente a ciertos puntos turísticos, por el bien de los habitantes de esas regiones. Que sí, que algunos claro que van a trabajar todos los días a otro sitio. Y sí, algunos simplemente vuelven a su casa durante el fin de semana. Pero la situación actual dista de ser la habitual de movimiento hacia esos municipios.

Parece mentira que además de tener que pedirle a todos los que se “suben el finde” que respeten el medio ambiente y recojan todos sus desperdicios por el camino, de pedirles que no molesten a los pobres animales ni destrocen las plantas… también tengamos que pedirles que vigilen donde dejan sus virus. Por suerte el análisis de aguas seguirá siendo un buen chivato, quizá no siempre de la situación actual, pero sí de las costumbres madrileñas. Otros dirían que se puede analizar con los datos de movilidad de Google, yo digo que podemos saberlo también con lo que dejamos detrás cuando nos movemos.

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