Las medusas son animales apasionantes. Todos tenemos en la cabeza la imagen de una medusa, esa idea de un animal que tiene forma de campana, de la que salen una serie de tentáculos. Son esos tentáculos los que nos producen el odio hacia ellas, y con razón. Aunque en otras zonas del mundo son más abundantes, en España cada vez son más comunes, especialmente en la zona del mediterráneo, y por ello debemos prestar especial atención a sus características y saber qué hacer en caso de contacto con una medusa.
El amor a las medusas
Desde luego, seguro que más de uno se ha quedado prendado en un acuario lleno de medusas. Y es que algunas medusas presentan bioluminiscencia, emitiendo una luz característica. Aunque cuando las vemos en un acuario nos queda muy claro que proviene de las medusas, en la vida real parece un reflejo en el agua, visible por la noche, que genera un paisaje digno de ver… desde la distancia. Y es que esa luminiscencia es un aviso, las medusas avisan con ella de su toxicidad, y así mantienen a sus depredadores en la distancia.
Puede darse tanto en medusas de agua salada como de agua dulce, aunque las famosas sean las de agua salada. Ellas comen pequeñas partículas de placton, y son comidas por tortugas y peces. En general, los peces que se alimentan de medusas son de gran tamaño, pero cuando las medusas están en sus últimos momentos de vida o cuando ya hay solo trozos de medusa, algunos peces de pequeño tamaño también se alimentan de ellas. Por lo tanto, a más peces, menos medusas.
El odio a las medusas
Nuestra parte de odio hacia ellas es concretamente hacia sus tentáculos. Los tentáculos nos generan urticaria. Van a desencadenar una reacción alérgica, que puede llegar a producirnos un shock anafiláctico. Aunque a veces no llegamos a ver el tentáculo sobre nuestra piel, tras ese contacto debemos ser especialmente cuidadosos y retirar cualquier resto del tentáculo para limitar la reacción. Si se trata de una medusa de mayor tamaño será visible, pero los tentáculos de algunas pequeñas pueden parecer un simple hilillo sobre la piel. Incluso un fragmento pequeño hará que la reacción continúe, por lo que cuanto antes se elimine, mejor.
¿Cómo evitar la reacción?
La única forma de evitar la reacción es evitar el contacto. Es decir, si hay un aviso de presencia de medusas en la zona, no te bañes. Incluso aunque haya una red anti-medusas, algunos fragmentos pueden atravesarla, así que mejor fuera del agua. Si es demasiado tarde, porque no sabías que había medusas, entonces lo correcto es lavar la zona con agua salada y aplicar frío para disminuir la reacción. Por supuesto, si la picadura muestra mal aspecto y la reacción no desaparece pasado un cuarto de hora con hielo, o aparecen otros síntomas, entonces lo mejor es ir al médico.
En las playas en general se detectan a tiempo, pero si estamos en aguas abiertas nunca sabremos si existe peligro. Por supuesto, en ese caso lo normal es llevar un traje de neopreno y la medusa no podrá atravesarlo, pero como es posible que tengamos partes de nuestra piel expuestas, habrá que tener especial cuidado en esas zonas.
¿Cuál es la más peligrosa?
En España, por frecuencia y por probabilidad, la medusa que más debería preocuparnos es la carabela portuguesa. Es una medusa con un tamaño considerable, y en las zonas en las que existen floraciones (acumulaciones), se suele informar a los bañistas e incluso se cierran las playas cuando es necesario. Pese a ello, de vez en cuando algún bañista tiene un susto, y es que en este caso la picadura puede llegar a ser mortal, aunque rara vez lo es. Otras medusas, mucho menos comunes en nuestras aguas, como la conocida como avispa de mar, puede matarte en cuestión de minutos. Bajo ese nombre se engloban varias especies diferentes, y se encuentran en el Pacífico, en aguas japonesas o australianas. Así que calma en el Mediterráneo, pero cuidado con los viajes de las vacaciones, que no conocemos lo que hay en esos mares como lo hacen los locales. En cualquier caso, lo normal es que haya suficientes carteles advirtiéndonos del peligro.
¿Te ha picado una medusa alguna vez?
Por la zona en la que yo crecí, nunca me he expuesto a medusas… al menos que yo sepa. Pero sí vivía con el miedo a las picaduras marinas de otros bichos. De todas formas, mantengo esa relación de amor-odio, porque las medusas me encantan, me quedo prendada por esa bioluminiscencia, y puedo pasarme horas observándolas… pero claro, desde la distancia. ¿Y si la tuviese delante? Si la tuviese delante me picaría, porque me conozco y me puede la curiosidad, así que en lugar de salir corriendo (nadando) del sitio, me quedaría mirando y además, sabiendo mi tendencia a las alergias, acabaría en el hospital. Pero bueno, así he descubierto también mi alergia a otros bichos. Y es que, a veces, la curiosidad nos puede. ¿Os habéis encontrado alguna vez una medusa? ¿Os han picado?
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