Lo primero de todo, quiero aclarar que lo que voy a escribir a continuación tiene un punto de vista muy personal y sé que muchos de los que me leen no están de acuerdo conmigo… pero necesito soltarlo.
Estoy casada con la ciencia. Es un hecho. Un novio, un marido, un lo-que-sea, tiene que asumirlo. Es algo que siempre he dejado más que claro a mis parejas, y algo que antes o después siempre me ha dado algún que otro problema. En su momento eran mis estudios (incluso en el instituto), después la carrera, luego el doctorado. La ciencia siempre ha ido primero. Las parejas van y vienen… pero la ciencia siempre estará ahí. Y si eres científico, de los de verdad, tu pareja tiene que entenderlo, porque te ha elegido y se supone que te quiere como eres, y eres eso, una persona que vive para la ciencia 24/7.
¿A que viene la paranoia? La semana pasada en la lista de correo del trabajo empezó a hablarse de ciertas medidas tomadas por nuestro centro para el ahorro de energía. Estas medidas implican prescindir de ciertos servicios fuera del horario laboral. Pero… ¿cual es el horario laboral de un científico? Aquí empieza el problema.
En nuestro centro, la mayor parte de los trabajadores cumplen un horario aproximado de 9 a 6. En mi caso, todos sabéis que esto no se cumple. A las 8 de la tarde cortan algunos servicios. A las 9 se activan las alarmas. Los fines de semana no se puede acceder a algunas zonas del centro si no se avisa previamente. Mi laboratorio está en una de estas zonas.
Pongamos un ejemplo. Yo pongo unas bacterias a crecer el viernes por la mañana. Todo parece ir bien… pero por alguna razón las bacterias crecen despacio y tu cultivo tiene que quedarse hasta el día siguiente porque a última hora de la tarde no está listo. Entonces viene el problema. Vas el sábado a quitar tus bacterias del incubador… y te comes la bronca porque tenías que haber avisado el día anterior antes de las 12 de la mañana. Hay que joderse, yo a esa hora ni había puesto el cultivo todavía…
Pero ya no es sólo eso, es que a veces vas, simplemente porque te apetece. Porque estás en casa fregando los platos, o haciendo la colada, y de repente se te ocurre un experimento. Y tú, que estás casada con la ciencia, dejas lo que estabas haciendo, coges el coche y te plantas en el labo a hacer el experimento, con las ansias de saber si funciona o no. Me gustaría saber si a Watson y Crick les decían que no, que no podían entrar, que tenían que haber avisado antes…
Al hilo de todo esto, hoy en la comida, el señor P empezó a bromear sobre las parejas, diciendo que había que quedarse con la novia que soportaba, que soportaba en el sentido inglés de la palabra. Es decir, no sólo aquella que no te acaba dejando porque no quieres ir a dar un paseo o ir al cine porque quieres hacer algo de tu tesis, aquella que, cuando se lo dices, además quiere ir contigo al labo y ayudarte. Y ahí empezó la controversia… ¿no surge por esto la endogamia? Pues sinceramente, yo prefiero una pareja con la que pueda hablar de transformadas de Fourier, y no una que pretenda hablar de Gran Hermano.
Después la conversación derivó a los horarios de trabajo. Mi jefe, que los lectores habituales ya sabéis como es, empezó a decir lo extraño que le parecía que aquí nadie trabajaba los fines de semana. Y no sólo los becarios ojo, también los jefes. Después de la comida, fui interrogada por las afirmaciones que había hecho mi jefe… teniendo que aclarar varias cosas:
- Mi jefe jamás me ha pedido que vaya a trabajar un sábado.
- Mi jefe es el primero en estar en el labo fuera del horario de trabajo. Me lo he encontrado allí a las 12 de la noche, sábados, domingos festivos…
- Cuando voy a trabajar fuera del horario estándar lo hago siempre por iniciativa propia.
- Mi jefe jamás me ha dicho “llegas tarde” o “te vas muy pronto”. Cojo días libres cuando me da la gana.
Y creo que así es como tiene que ser. Ser científico no es como un trabajo cualquiera. No puedes entrar a las 9, salir a las 6 y desconectar. Al menos yo, no puedo. Mi tesis está siempre en mi mente. Mi tesis es mi hobby, por lo que la mayor parte de mi tiempo libre lo dedico directa o indirectamente a formarme más, ya sea leyendo papers, haciendo tutoriales, o tomando un café con otros científicos para discutir técnicas que empleamos en nuestros labos.
En parte admiro a todos esos becarios que son capaces de desconectar… pero yo no los contrataría. En nuestra selección de candidatos para solicitar becas para el doctorado hemos descartado a gente con media muy alta y un cv excelente, sólo por falta de motivación. Nos parece fundamental que alguien tenga esa ilusión. Esa ilusión que hace que te plantes un sábado en el labo, o que aunque sean ya las 7 de la tarde empieces un experimento nuevo porque no quieres esperar al día siguiente.
Todo tiene un límite, y soy la primera que sabe posponer experimentos. Una cosa es tener ilusión y otra no vivir. Tengo vida social, salgo y dedico parte de mi tiempo libre a hobbies no relacionados con mi tesis. Lo sabéis… veo series, leo, voy al cine… pierdo un montón de tiempo en twitter, facebook y sobre todo gReader. Pero una cosa no tiene que ver con la otra…
Así que, perdonadme, pero mi jefe tiene razón. En este país falta entusiasmo. Nos tomamos la tesis como un trabajo más. O el postdoc. O la plaza de titular. ¿No te has metido a esto porque te gusta investigar? Pues parece que estamos obligados y que, en cuanto dan las 6 de la tarde, salimos corriendo. Perdonadme si un día a las 11 de la noche estoy leyendo papers de cosas que ni siquiera voy a poder aplicar a mi tesis, simplemente porque me parece interesante. Perdonadme si quiero aprender, si quiero investigar.
Y es que es cierto, la selección de becarios debería incluir un apartado de motivación… el 90% de los becarios de este país perderían su beca si eso se hiciese. Y muchos de esos becarios son mis amigos, pero en ese aspecto no puedo compartir su visión, porque es martes, y yo ya planeo ir el sábado al labo, porque se me ha ocurrido algo y si lo empiezo mañana tendré que ir el sábado, y no voy a esperar a empezarlo el lunes que viene por evitar ir el sábado.
Me encanta investigar. Vivo por y para ello. Y sí, como decía el otro, mi pareja tiene que entenderlo y aprender a vivir con ello. Encontrar una pareja que comparta tu visión y que se ofrezca a ir contigo… eso es tener mucha, muchísima suerte. Pero no sólo se trata de que lo entienda la pareja. También lo tienen que entender tus amigos, tu familia… se supone que el futuro de la investigación en España está en nuestras manos, estudiantes de doctorado que hemos conseguido becas, becas muy difíciles de conseguir… que se supone que somos la élite… y nadie nos apoya. ¿Cuántas veces hemos oído si no sería mejor dejar eso y hacer oposiciones de la boca de nuestras madres? Aunque no compartáis nuestra ilusión, vosotros (amigos, parejas, familiares, compañeros becarios) deberíais respetarla… me gustaría no volver a oír que somos unos mataos. Sois vosotros los que deberíais envidiarnos, porque nosotros sí somos felices con lo que hacemos, aunque acabemos en la poyata o delante de nuestro ordenador a las 3 de la mañana…
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