Hace un tiempo en un capítulo de Bacteriófagos hablé de otras coreas, pero me quedó pendiente decir algo de la corea de Huntington. Quizá por el hecho de ser la más conocida y la más mediática, al final tendemos a obviar muchos detalles. Por ello me gustaría hoy dar unas pinceladas sobre el tema. Y ya que hablamos de la corea más famosa, pues vamos a usarla de ejemplo para un tema muy controvertido: las pruebas genéticas.
La corea de Huntington
Aunque nos puede parecer muy evidente la razón por la que aparece la corea de Huntington, la realidad es que su causa genética fue desconocida hasta anteayer. La enfermedad se describió hace más de 150 años. Pero aunque desde entonces ya estaba bastante claro que se trataba de una enfermedad hereditaria, su base genética no se describió hasta 1993. Pensadlo bien: cuando las Olimpiadas del 92 todavía no se sabía cómo se heredaba la corea de Huntington.
Y es que no es algo tan sencillo como tener o no tener una variante de un gen. En este caso lo que se hereda es un número variable de repeticiones del triplete CAG en el gen de la huntingtina. Este gen que se localiza en el cromosoma 4 se supo antes que estaba implicado, pero no se sabía exactamente cómo funcionaba. Normalmente, tenemos menos de 30 copias de CAG, pero el número puede variar e ir aumentando, pudiendo llegar a más de 100. A más copias, más probabilidad de sufrir la enfermedad más pronto en la vida. Y es que una persona con 28 copias no va a tener síntomas, pero ya está en riesgo de que esas copias se expandan. Una con 38 puede que no note ningún síntoma hasta los 70 años, y una con 68 puede desarrollar los síntomas con 35 años.
Los síntomas implican la famosa corea, ese movimiento involuntario del cuerpo que le da nombre. Y es que la huntingtina mutante va a generar una serie de problemas neurológicos. Ese fragmento extra va a hacer que no pueda desempeñar su función “normal”. Aunque lo visible históricamente ha sido el efecto sobre el control muscular, el proceso neurodegenerativo también va a provocar fallos de memoria y otros problemas derivados. No debe ser fácil vivir con una enfermedad que te hace perder el control de tu cuerpo.
Las personas con la enfermedad de Huntington viven unos 20 años con la enfermedad antes de que los síntomas sean incompatibles con la vida. Durante ese periodo el tratamiento psicológico de apoyo es fundamental, ya que muchos deciden acabar con su vida antes de que lo hagan los síntomas. Además, recordemos que casi nunca aparece antes de los 30 años, por lo que para cuando lo sabes, es posible que ya se lo hayas pasado a tu descendencia.
Las pruebas genéticas para la corea
El caso es que detectar si se es portador y en qué grado es una prueba muy sencilla. Cualquiera podría comprobar cuantas repeticiones de CAG tiene en su genoma y, por lo tanto, saber si tiene un riesgo. Dada que la incidencia en general es baja, no es algo que nos planteemos la mayoría si sabemos que no hay antecedentes familiares, pero en aquellas familias en las que sí hay antecedentes, una persona podría saber si tiene ese riesgo.
Dado que es muy raro que los dos alelos estén mutados, la probabilidad de heredarlo suele ser del 50% si uno de los padres es portador. La duda es, si cuando tienes 30 años y un hijo pequeño te enteras de que tu madre es portadora porque empieza a desarrollar síntomas… ¿Te haces una prueba? Si te sale que sí y son muchas repeticiones, básicamente tienes una sentencia de muerte cercana, y no puedes hacer nada. Además, sabrás que existe una posibilidad de que se lo hayas pasado al niño, al que no deberías hacerle una prueba sin su consentimiento. Con esa perspectiva, la mayor parte de las personas en esa situación no se hacen prueba, prefieren vivir en la ignorancia pero vivir tranquilas.
Antes del embarazo la cosa es distinta
La situación no sería la misma si fueses consciente de la posible herencia antes de tener hijos. Actualmente se pueden hacer pruebas durante los primeros meses del embarazo para saber si el bebé va a ser portador, lo que en algunos casos daría la opción a los padres de elegir interrumpir ese embarazo y no tener un hijo que va a morir muy joven.
Alternativamente, en otras muchas situaciones se puede hacer una selección previa. En una fecundación in vitro se puede hacer el análisis genético del embrión, para esta y para otras muchas enfermedades, e implantar aquel embrión que no sea portador. En el futuro quizá se pueda corregir la enfermedad en el embrión, pero en estos momentos la tecnología de edición genética todavía no está suficientemente desarrollada y no sabemos cuáles serían las consecuencias de un cambio, por lo que se considera peligroso. Pudiendo seleccionar, no nos vamos a poner a editar.
El caso es que, antes de ponernos a hacer pruebas o a recurrir a la IVF para poder seleccionar, tendríamos que saber si somos portadores. En ese caso la situación cambia radicalmente y muchas personas que saben que existe la posibilidad de serlo (porque conocen casos en la familia), optan por hacerse las pruebas cuando deciden tener hijos. Suelen decir que a ellos no les va a cambiar la vida saber, pero al futuro hijo sí se la puede cambiar.
Soluciones en pañales
Al igual que otras muchas enfermedades neurodegenerativas, los tratamientos que tenemos son casi como matar moscas a cañonazos. Se han ensayado muchas terapias distintas, y hasta el momento pocas van bien encaminadas. Actualmente no disponemos de ningún tratamiento específico efectivo, pero sí hay una serie de tratamientos orientados a ayudar a vivir con la enfermedad, a reducir los síntomas y a retrasar su aparición. Quizá en esa parte sí podría ser importante en estos momentos hacerse las pruebas antes de que aparezcan síntomas. Y es que cuanto antes se detecte, antes se puede empezar a trabajar para minimizar los daños.
Pero si antes hablábamos de que el análisis genético nos puede decir si portamos la enfermedad y la edición genética podría eliminarla de los bebés en el futuro, la misma genética podría jugar un papel fundamental para eliminar los síntomas de aquellos que ya tienen corea. Por una parte, la edición genética podría corregir el gen mutado que produce la corea en adultos. No sabemos muy bien cómo, porque por ahora no tenemos muy claro cómo hacer la edición en células de un individuo adulto, pero en la teoría podría ser posible.
El tratamiento efectivo puede estar más cerca
Por otra parte, lo que sí parece más cercano es el silenciamiento. Se utilizaría ARN como terapia, un ARN que se uniría al alelo con un exceso de repeticiones, inhibiendo la expresión de la proteína mutada, de forma que solo se pudiese expresar la del otro alelo que tiene un número de repeticiones normal. Lamentablemente, hace tan solo unos meses Roche anunciaba que el ARN que tenían en un ensayo en fase 3 no estaba mostrando resultados y que por lo tanto se paralizaba el ensayo.
Aunque sea una piedra en el camino, otras seguirán. En 2018 la revista Nature destacaba la importancia de la edición genética y de la terapia de ARN para la corea, y aquellos que están esperando resultados tienen que recordar que ahora se avanza a pasos de gigante. Hace no demasiados días veíamos como otra empresa empieza a levantar el vuelo hacia una posible fase 3.
¿Y tú? ¿Harías el test?
Aquellos que ya saben que son portadores no deben perder la esperanza, y muchos habrán podido decidir si hacer pruebas a sus hijos antes de nacer. Lamentablemente a nivel individual poco podemos hacer por el avance de la enfermedad, más allá de elegir hacia donde van nuestros impuestos de forma que ayuden a la investigación de esta y de otras muchas enfermedades. Los portadores pueden elegir participar en ensayos clínicos y poner su granito de arena. Pero… ¿Y los portadores que no lo saben?
Y con eso acabo, dejando la reflexión en el aire: si supieses que existe un riesgo real de ser portador… ¿Te harías la prueba? ¿La harías antes de tener hijos? ¿Evitarías que tus hijos lo fuesen?
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