Bilirrubina, aspirina y penicilina… ¿ya estás cantando?

Decía uno que le subía la bilirrubina y aquello no lo quitaba la aspirina ni la penicilina. La verdad es que un incremento de los niveles de bilirrubina no es algo agradable, pero aquella frase de aquella canción nos va a servir para introducir un par de temas que, si veo que generan más dudas, podrían dar lugar a un capítulo de Bacteriófagos. Vamos a ver qué es la bilis, qué pinta la bilirrubina, y si lo cura la aspirina y la penicilina.

¿Qué es la bilis?

La bilis es un líquido digestivo. Se genera en el hígado, y se almacena en la vesícula biliar. De ahí se libera al intestino cuando hace falta. Contiene sales, proteínas, grasas… y otros elementos que van a ayudar a la digestión, pero además contiene la bilirrubina, que es el producto sobrante de la hemoglobina. La bilirrubina, junto con la biliverdina, dan a la bilis ese color verde-amarillento característico.

Aunque en teoría debe ir hacia abajo y no hacia arriba, ocasionalmente se vomita bilis. Eso puede pasar tras una ingesta excesiva de alcohol cuando se tiene el estómago vacío (no es que piense que alguno de los lectores ha vivido esa situación) o con algunas enfermedades, más o menos peligrosas. Si es algo puntual suele tener cura sencilla, pero si se repite en el tiempo es necesario consultar a un médico lo antes posible.

Además, la bilis puede cristalizar y dar lugar a piedras, que conocemos como cálculos biliares. Pueden ser pequeños e inofensivos o de mayor tamaño, y pueden llevarnos incluso a tener que retirar la vesícula. Se puede vivir sin vesícula biliar, pero las digestiones se van a complicar. Además de los cálculos, otras enfermedades pueden impedir la función correcta de la vesícula y la liberación de la bilis, y si no se tratan de forma correcta, pueden provocar el famoso aumento de la bilirrubina. También te puede matar, pero hoy veníamos a hablar de la bilirrubina. Primero, tenemos que hacer una parada más.

Los humores y la bilis

Todos hemos escuchado alguna vez aquello de los cuatro humores. Hace muchos muchos años, se decía que eran la causa de la personalidad de cada uno, dependiendo del humor principal. Después, se dijo que eran la causa de todas las enfermedades. Por suerte, después se dijo que era todo una tontería y las enfermedades no dependen de los humores. Aunque siendo honestos… algunas sí, depende de qué humor hablemos.

Los cuatro humores eran la sangre, la bilis amarilla, la bilis negra y la flema. La bilis negra seguimos sin saber qué es, porque no hay un líquido que nos deprima. Pero tanto la sangre, como la bilis, como las flemas, sí pueden estar asociados a enfermedades… pero no como ellos creían.

Si nos centramos en la bilis, ese humor nos pondría coléricos. Por eso muchas expresiones comunes, tanto en castellano como en el español de varios países de América, hacen referencia a la bilis cuando nos enfadamos. Curiosamente, el cólera no nos pone amarillos como la bilis, nos pone más bien rojos como la sangre. En paralelo, el cólera (como enfermedad), sí tiene una relación con la bilis por su efecto sobre el aparato digestivo, aunque es causada por una bacteria llamada Vibrio cholerae.

La bilirrubina no nos pone rojos

Aunque estando coléricos nos ponemos rojos y la sangre sea roja… el producto de deshecho de la sangre no es rojo, por lo que la bilirrubina no nos pone rojos. Nos pone amarillos, lo que de por sí ya nos hace pensar que no estamos sanos. Un nivel alto de bilirrubina genera ictericia, haciendo que la piel tome un color amarillento. Se acumula por todo el cuerpo, y cuando es visible en la piel suele ser ya un problema avanzado. Las primeras señales visibles se dan en los ojos, cuando su parte blanca deja de ser blanca y se torna amarillenta. Así que por ahora sabemos que si nos sube la bilirrubina no estaremos para bailar, y además tendremos un color amarillo poco sano.

El incremento de los niveles de bilirrubina se suelen asociar con problemas en la vesícula biliar, que no permite que salga hacia el intestino y por lo tanto sea eliminada. Por cierto, esa bilirrubina, junto a la biliverdina, permiten que las heces tengan el color que tienen, así que su cambio de color suele ser una señal de que algo va mal con nuestra bilis. El caso es… ¿Qué puede ir mal? Antes hablaba de los cálculos biliares que bloqueaban la salida hacia el intestino, pero puede haber otras razones: cáncer, inflamación, infecciones…

Imagen de glóbulos rojos
Los glóbulos rojos tienen hemoglobina, que se degrada a bilirrubina

¿Aspirina o penicilina?

Llegamos al punto crítico. ¿Curan o no curan? Pues a ver, como todo depende. Dependiendo de la fuente de los problemas, pues puede ser que ayuden, por lo que no se debería decir tan rápido que no curan.

Si empezamos con la penicilina, que es lo más sencillo, es evidente que si la razón por la que la bilirrubina no sigue su camino habitual es una infección bacteriana, puede ser de ayuda. En esos casos, si la bacteria puede eliminarse con penicilina, el tratamiento de la infección puede devolver a la vesícula su funcionamiento normal. Punto para la penicilina, que tantas vidas ha salvado antes de que abusásemos de ella en exceso. Eso sí, existen antibióticos que funcionan mucho mejor en las infecciones en la vesícula biliar.

Lo de la aspirina es más complejo. Por una parte, se ha asociado su uso a un riesgo menor de cáncer, aunque por otra se sabe que la aspirina no le suele sentar muy bien al aparato digestivo. Pero no está todo perdido, porque recientemente varios trabajos apuntan a que el uso de la aspirina después de una cirugía por un cáncer, podría ayudar a la recuperación del paciente y, por extensión, a la actividad de su bilis y la eliminación de la bilirrubina. Por lo tanto, podemos concluir que a veces la aspirina también cura.

Así que ya veis, llevamos toda la vida engañados… si la bilirrubina sube, no hay que descartar ni la aspirina ni la penicilina, lo que hay que saber es por qué nos estamos poniendo amarillos, que no va a ser porque alguien nos mire. Y si alguien ha llegado aquí preguntándose que es eso de subir la bilirrubina, lo primero decirle que me encanta que gente tan joven me lea, y lo segundo que siga este enlace a Youtube en el que encontrará la respuesta. Es que cuando llega el verano siempre nos viene la nostalgia…

Si te ha parecido curioso y no te quieres perder otras historias, suscríbete a mi newsletter para apoyarme, o hazlo de cualquier otra forma de las descritas aquí, como invitándome a un café:


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *