Avanzando en París

Casi sin darme cuenta, llevo ya casi la mitad del tiempo de mi estancia en París. Sí, casi sin darme cuenta… pero se me está haciendo largo.

El tiempo va pasando entre experimento y experimento, me aburro como una ostra y pierdo mucho tiempo. Las cosas no van demasiado mal, ya tengo cosas que llevarme de vuelta a España para poder seguir, pero no tengo muy claro que me vayan a ser demasiado útiles.

Hoy ha sido uno de esos días difíciles. Mi jefa aquí es… es esa clase de jefa que no quiero tener. Por la mañana la necesitaba, la busqué y estaba tomando café. Como no me corto nada, interrumpí y le dije que la necesitaba y YA. Pues casi dos horas estuve esperando… Total, para que no me ayudase en absoluto con mi problema.

Por la tarde, tras el fracaso de la semana pasada usando sus geles comerciales caducados hace mil años, me decidí a hacer mis propios geles. No veáis que odisea. Me tiré como una hora para buscar entre todos los laboratorios y conseguir reunir todas las soluciones y los cristales. Los cristales que, una vez encontrados, tuve que fregar cuidadosamente. Y no porque sea una paranoica ojo, porque los encontré en una bandeja en la que estaban los cristales, y estaba una comuna de arañas. 

El caso es que estaba de mal humor, y al hacer los geles cometí un error muy grave. No revisé bien lo que había en cada bote y usé un buffer que estaba el doble de concentrado de lo que debía. La botella era la correcta, pero id vosotros a saber por qué, esta señora lo prepara el doble de concentrado de lo que dice “el libro sagrado”. Evidentemente, mi gel corrió fatal y no me sirvió de nada. 

Además, cuando la fui a buscar para que me diese la dichosa resina que llevo dos días pidiéndole, descubrí que se había pirado. Se había ido al dentista con el niño, para que le mirasen las muelas del juicio. Sí, porque el niño es mayor de edad, y podía haber ido solo al dentista, digo yo. Total, que cuando la señora apareció, sólo pude decirle que después de haber mirado en todas las neveras del departamento, no había encontrado la puta resina, así que tendré que hacer el experimento mañana. Y mañana será lo mismo. Eternas esperas…

Para finalizar, al venirme a casa estaba cayendo el diluvio. Y lo más molesto es que justo cuando entraba en casa paró de llover, y ahora hasta hace sol.

Y este es el momento en el que yo, al llegar a casa, debería ponerme a leer papers o algo. Tengo una pila de trabajo generosa para hacer en el ordenador. Pero simplemente no puedo… Sólo veo que al mundo a mi alrededor parece que todo le va de perlas mientras yo estoy en una casa en medio de la nada, con unos franceses que no paran de gritar en las escaleras, desplazada en un laboratorio sin presupuesto, con una jefa inútil, y que además todo el mundo me insista con el “que guay eso de irse de estancia”. Pos no, guay no, una puta mierda.

Mientras tanto, sigo esperando que me den becas, sigo esperando que renueven la FPU, sigo esperando que me publiquen mi paper, sigo esperando que alguien diga algo sobre el paper robado. Y sigo esperando volver a España. Pero no voy a caer en eso, no es morriña, no es querer estar en casa. Es querer estar donde me quieren, con quien me quiere, querer estar en un sitio en el que me sienta útil y no sentir que coger una botella de Tris 3M en lugar de 1.5M ha sido la gota que ha colmado el vaso y que mañana, cuando la señora esta me diga “un momento que ya voy” yo decida vaciarle el stock de BrEt en el café.


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