Hace 15 minutos decidí bajar a la cocina a por mi segundo desayuno.
Estaba yo feliz, a punto de darle el primer mordisco a un gran peladillo cuando de pronto un tutututututututututu taladra mi cerebro. Se trataba del timbre de la vecina. Oye, quien timbraba tenía el dedo flojo y se le había quedado pegado allí o algo. Para el ruido ensordecedor. Muerdo el peladillo. Tutu tutu tutu tutu tutu tu puta madre!!! El que timbraba había decidido que timbrar a intervalos de un segundo era más efectivo. Cada diez pulsos, uno largo de 5 segundos. Sigo comiendo el peladillo… e intentando encontrar el ôhm.
Dos minutos más tarde (seguía timbrando), la vaca de mi vecina no se enteraba (si es que estaba en casa), pero el hijoputa del perro-rata sí, así que se puso a hacerle coros al dichoso timbre. Mis ganas de matar al bicho y al que timbra iban de mal en peor…
Acabé mi peladillo y me vine para aquí y me he puesto los tapones en los oídos. La última noticia que tengo es que siguen timbrando (con los coros del perro). Estoy mejor aquí, porque si la vaca llega a abrir la puta puerta y sube el ser tocacojones y sale a recibirle el perro… os juro que abría la puerta, le partía la cara al que timbraba y le aplastaba la cabeza al perro, que le tengo muchas ganas…
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