Acojamos en sagrado

Supongo que la mayor parte de los lectores saben lo que es el asilo en sagrado. En el medievo, cualquier persona que estuviese perseguida por la justicia, por la causa que fuese, podía acogerse en una iglesia o en un monasterio. Por muy absurdo que nos pueda sonar, en España uno podía acogerse en sagrado hasta hace bien poco (o no tan poco, según los ojos con los que se mire), ya que la ley seguía vigente hasta la entrada de nuestra querida Constitución en el 78.

La costumbre de acogerse a sagrado venía de atrás ya, y tiene mucho que ver con el tema de la hospitalidad. Y aquí engancho ya con el tema que venía yo a contar. No sé si os suena, en Santiago de Compostela hay una cosa llamada Parador Hostal dos Reis Católicos, que antes fue un hospital, y que durante mucho tiempo se dedicó a eso, a tener más espacio para la hospitalidad con la que se recibía a los peregrinos.

Vamos ahora a la Catedral de Santiago de Compostela. Un edificio que me encanta, eso lo sabéis todos. Supongo que todos sabéis también lo que es el botafumeiro, en incensario ese enorme que mueven en algunas ocasiones. El botafumeiro se utilizaba tradicionalmente en la catedral para quitar los malos olores. Se dice que todo empezó por esto de que es común que haya incienso en las misas… si ya, pero con el olor de los peregrinos había que hacer algo, y como manda la tradición gallega “se sobra, chegha”, así que lo hicieron bien grande.

Los peregrinos. Y es que a Santiago van muchos peregrinos. Y los peregrinos se podían acoger a sagrado. Los peregrinos dormían en la catedral. El botafumeiro era algo necesario por eso, porque la catedral acogía a los peregrinos, con delitos o sin ellos.

El año 2016 va a ser el Jubileo de la Misericordia. Lo ha decidido el Papa. Un Año Santo Extraordinario. La verdad es que a los de Santiago les va muy bien, porque con esto del hueco de 11 años igual bajaba el número de peregrinos, y hay pocos (nótese la ironía en el comentario).

Como buen Año Santo, hay que abrir la Puerta Santa. Para los que no sepan, la Puerta Santa es una puerta más bien pequeña que hay en el lateral de la catedral, que da acceso directo a la cripta. Esta puerta está abierta sólo en Año Santo y cambia un poco las visitas a la catedral, ya que si está abierta para el ritual de “entrar- abrazar santo- bajar cripta” hay que hacerlo sí o sí por esta puerta, lo que genera una bonita cola en la plaza en la que se sitúa dicha puerta. Por supuesto, si quieres escuchar misa, das la vuelta y entras por la puerta principal, como la gente normal.

Si no es Año Santo la puerta está tapiada. Cuando empieza el año, van allí en una ceremonia y con un martillito tiran un muro, y a partir de ese momento ya pueden entrar las hordas de peregrinos. La ceremonia cuesta una pasta. No he podido encontrar cuanto, pero ya os digo yo que una pasta. Y este año, teniendo en cuenta lo que acaba de pasar en París, va a costar mucho más, ya que hay que contratar seguridad extra, porque un lugar de peregrinación cristiano podría, quizá, ser un objetivo. Con lo cual nos vamos a gastar una pasta en abrir la dichosa puerta, teniendo en cuenta que con la puerta cerrada un peregrino puede hacer exactamente lo mismo, siendo la puerta la única diferencia.

Jubileo de la misericordia. Buscamos misericordia en la RAE:

misericordia.

(Del lat. misericordĭa).

1. f. Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y miserias ajenos.

2. f. Pieza en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente, medio sentado sobre ella, cuando se debe estar en pie.

3. f. Puñal con que solían ir armados los caballeros de la Edad Media para dar el golpe de gracia al enemigo.

4. f. Rel. Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.

5. f. p. us. Porción pequeña de alguna cosa, como la que suele darse de caridad o limosna.

Fijémonos en la primera. Compadecerse de los trabajos y miserias ajenos. Compadecerse. Miserias. Ahí está la idea.

Celebremos el Jubileo de la Misericoria… vale. Pero celebrémoslo en condiciones, y devolvámosle a la Catedral de Santiago su uso. Dejémonos de martillitos para abrir puertas. Abramos todas las puertas de la Catedral, abramos el Hostal. Usemos el dinero de la ceremonia para comprar ropa y alimentos. Y usemos lo que tenemos, lo que supuestamente una Iglesia “misericordiosa” construyó para lo que fue construido. Abramos esas puertas a los refugiados. Démosle cobijo. Dejemos que se acojan a sagrado. Tenemos que acogerlos. Los podemos acoger en sagrado. Dentro estarían protegidos de quien los persiga. Y estoy segura de que no les importaría que fuese un templo cristiano. Hospitalidad. Recordemos eso. Dejémonos de ceremonias absurdas y hagamos que ese botafumeiro vuele otra vez por necesidad y no para adornar. Hagamos que vuele porque la Catedral de Santiago esté llena de gente que necesitaba refugio y nosotros hemos dejado que se acojan a sagrado.

 


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